La tragedia de la DANA ha dejado claro que debemos aprender la lección. En primer lugar, a la hora de alertar a la población: al margen del retraso incomprensible en lanzar el aviso, España es un país que no está acostumbrado a reaccionar a las emergencias provocadas por la fuerza de la naturaleza.
Los expertos aseguran que España se tiene que poner las pilas en materia de prevención. Respecto a las alertas, el problema es cómo se transmite la información, si llega bien.
Para saber si estamos bien o mal deberíamos compararnos con otros países. Si lo hacemos, por ejemplo, con los huracanes en Estados Unidos, allí la población de riesgo es prevenida con tiempo. En Japón, la alerta de las agencias meteorológicas o sísmicas se transmiten directamente a los ciudadanos, sin filtros de la administración. El país nipón es también una referencia en simulacros. La gestión de todo tipo desastres está integrada en la educación de la población desde los 3 años. En Holanda, los sistemas de alarmas también son bien conocidos por la población.
En España, existe una ley de protección civil desde 2015 que contempla la puesta en marcha de planes por parte de las autonomías para realizar este tipo de simulacros, e informar a la población sobre qué hacer. La tragedia tuvo lugar en una zona inundable , de riesgo evidente, donde este tipo de actuaciones no se han hecho.
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