María Mejía es una de las 36.000 mujeres que cada año son diagnosticadas de un cáncer de mama en España. Piden más investigación para que se sigan abriendo nuevas líneas de tratamiento.
El diagnóstico le llegó con 37 años. “Yo me palpé un bultito, fui a hacerme las pruebas, me hice una ecografía. La primera que me hicieron, que por llevar la etiqueta de ser joven dijeron que no era nada, pedí una segunda opinión ese mismo día y resulta que sí era, era un cáncer, además, de casi 10 centímetros”, cuenta.
El diagnóstico marcó un antes y un después en su vida. “Profesionalmente creo que era como mi mejor momento. Es como que la vida se te para por completo”, dice.
Primero, fue la quimioterapia, “radioterapia, mastectomía radical…”. “La mastectomía es parte de un poco ese proceso de no reconocerte. No tengo tatuado el pezón, quiero mis cicatrices, mi pecho, creo que gracias a eso estoy viva”, expresa.
Un diagnóstico precoz es fundamental para que “los pacientes no solo se curen con más garantías, sino que tengan menos secuelas y menor problemas a largo plazo”, señala César A. Rodríguez, oncólogo médico presidente SEOM.
También es necesario invertir en líneas de investigación y nuevas terapias, tratamientos cada vez menos invasivos.
“La termoablación en el cáncer de mama desde hace unos años se ha convertido en un tratamiento más. Es un procedimiento que se hace completamente ambulatorio. Muy sencillo, que hacemos a través de la piel, de forma percutánea con agujita muy similar a como hacemos una biopsia, que se hace en unos minutos, que no va a requerir un ingreso hospitalario”, explica Myriam Monter, radióloga de mama del H. Clínico.
“Quiero vivir, simplemente quiero vivir y me emociono porque solo quiero vivir y hacerlo con calidad de vida y que tengamos líneas de tratamiento y que no nos muramos por la enfermedad”, destaca Mejía.
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