Un juzgado de Barcelona investiga el presunto secuestro y tortura de una joven de Barcelona de origen marroquí. Ella asegura que los secuestradores pertenecen al entorno de su exmarido, quien tiene una orden de alejamiento. "Sacaron un arma y me apuntaron con ella, me dijeron que tenía que entrar en el coche o me disparaban", recuerda.
Fátima se casó en octubre de 2018. Ella sufría un control constante, pero la intención era mantener su matrimonio y se mudó a Pakistán, el lugar de nacimiento de su exmarido. "El estilo de vida que tenía lo aceptaba tanto él como su familia pero, después de casarnos, todo era negativo. En la primera semana, me pegó por primera vez" confiesa la joven.
Fátima es una joven que llegó a mudarse a Pakistán por no terminar con su matrimonio. "Tengo una hija de cinco años que nació allí porque no tenía comunicación con mi familia. No dejaba salir a la niña al exterior ni conmigo ni con sus abuelos", recuerda. Hasta que llega el momento en el que le pide el divorcio y se vuelve a Barcelona, pero él insiste en permanecer en su vida: "Me intentó agredir sexualmente en medio de la calle". Ella denuncia y todo empeora: la secuestran.
Ahí se produce la primera orden donde reconoce una voz al teléfono, la de su exmarido: "Al escuchar su voz, ya me enteré que todo venía por mi ex". Después, recibe vejaciones y golpes por varias partes de su cuerpo hasta que la dejan malherida en una carretera de Vilafranca del Penedès. "Les dijo que me dejaran atada en la silla con la ropa interior", declara.
"Los indicios dicen que en una situación de estrés, reconocer unas voces quizás no es suficiente", explica Daniel Salvador, abogado de la víctima. A pesar de que la Fiscalía solicitó el ingreso de sus tres presuntos autores captores, el Juzgado de Violencia sobre la Mujer número dos los ha dejado en libertad sin medidas cautelares. "Apareció a las 24 horas en un descampado. Ellos están en libertad e investigados a la espera de que se hagan más diligencias en la investigación", añade.
El único deseo de Fátima es vivir tranquila: "He pasado toda la vida aquí y quiero seguir viviendo mi vida libre". "Estamos esperando las resoluciones judiciales que están ya recurridas y esperando a que se cumplimenten los oficios de los teléfonos que fueron incautados", señala el letrado. Un proceso judicial con el que ella espera poder seguir con su vida después de esta pesadilla.
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