Santiago Sánchez y su encarcelamiento en Irán durante 15 meses: "La soledad te puede hacer mucho daño"

  • Hoy presenta su nuevo libro donde cuenta todo lo que vivió durante su encarcelamiento en Irán

  • La última vez que pudo hablar con sus amigos fue a través de Instagram diciéndoles que no iba a tener cobertura

  • Ahora quiere dar la vuelta a España en bici para ir dando charlas de concienciación sobre la salud mental

Santiago Sánchez quería llegar caminando hasta el Mundial de Qatar en 2022, pero no pudo conseguirlo. Lo que comenzó como un viaje solidario, acabó con un encarcelamiento en Irán que duró 15 meses. “Cuando tú coges de la mano a la soledad -y caminas con ella- ves que te puede hacer mucho daño”, confiesa a nuestra reportera Sandra Mir.

Sánchez tuvo la oportunidad de tener apuntes en la cárcel. Hoy, presenta su nuevo libro donde cuenta todo lo que sintió durante ese tiempo que estuvo en una cárcel iraní. “Estuve 22 días incomunicado. Mis amigas, al principio, eran las hormigas. Hablaba con ellas”, reconoce mientras echa un vistazo a sus escrituras.

“Yo fui a esa tumba engañado”, afirma Sánchez

El español Santiago Sánchez vivió en un infierno en el interior de cuatro paredes. Su viaje se centraba en visitar a niños enfermos y recoger basura, todo un viaje que comenzó en octubre del 2022. La última vez que pudo hablar con sus amigos fue a través de Instagram, diciéndoles que no iba a tener cobertura. Aunque todo dio un giro cuando le detuvieron al visitar la tumba de Mahsa Amini, quien murió bajo custodia policial tras haber sido arrestada presuntamente por llevar mal el velo islámico.

“Yo fui a esa tumba engañado, yo vi que el GPS que íbamos al norte. Ellos pensaron ‘mira un occidental, vamos a atraparlo y lo dejamos aquí 15 meses'”, indica. Su arresto se produjo en medio de las protestas por la muerte de Mahsa Amini, lo que provocó un ambiente de bastante crispación.

“Estoy roto por dentro pero me apetece sonreír”, subraya el español

“Muchos presos morían. Había reclutas que chillaban y al día siguiente los guardias te decían que habían fallecido. Se ha muerto no, lo hemos colgado”, apunta. Para él, el taller de madera fue su salvación. “Empecé poco a poco cortando trozos de madera”, añade mientras revisa sus obras. Sánchez se ganó la amistad de los demás presos hasta el nivel de conservar una carta del recluta más antiguo, quien le aseguró que nadie “le había sorprendido tanto como él”.

Al ver la primera imagen de su reencuentro con sus familiares solo puede pensar en una palabra: felicidad. “La foto es euforia, date cuenta que todo pasa. Lo bueno y lo malo”, reconoce. Ahora, Sánchez mira hacia el futuro y ya tiene sus ojos puestos en su próximo viaje. Quiere dar la vuelta a España en bici para ir dando charlas de concienciación sobre la salud mental. “El que quiera participar, viajar conmigo, caminar o sonreír que venga. Hay que ir para delante porque la vida se acaba. Yo no sé cuánto tiempo estaré aquí. Estoy roto por dentro pero me apetece sonreír y dar lo mejor al otro porque mañana puede ser tarde”, indica Sánchez sobre su terrible experiencia, enseñándonos que tenemos que fijarnos en lo bonito de la vida.