Las monjas clarisas de Orduña y Belorado (Burgos), conocidas por sus famosas trufas, abandonan la Iglesia Católica. El origen de su decisión es la “persecución” que, según denuncian, sufren por parte de su entorno, y que "ha puesto palos de rueda" a su comunidad. Lo cierto es que, según informa Maialen Larrínaga en el vídeo, la venta de un convento también estaría detrás de esta decisión. Las monjas aseguran que están "bloqueadas" por Roma al no otorgarles la licencia de venta del convento de Derio y "querer quedarse" con sus propiedades.
El cisma de Belorado y Orduña se podría titular esta historia que tiene detrás un asunto de compraventa de propiedades inmobiliarias. Lo protagonizan 16 monjas de clausura, clarisas, que han anunciado que van a abandonar la disciplina del vaticano.
Lo hacen en un manifiesto de cuatro folios que mandan por WhatsApp al arzobispo de Burgos, Mario Iceta. En el escrito, firmado por la madre abadesa sor Isabel de la Trinidad, en nombre de todas las religiosas, pertenecientes a la Orden de Hermanas Pobres de Santa Clara, acusan a Roma de no querer concederles "licencia de venta del convento de Derio (probablemente seguirá en el despacho de Mario Iceta y de la presidenta hasta el fin de los tiempos...)" y de no permitirles "cumplir con los pagos" del Monasterio de Orduña y rescindir el contrato de compraventa "sin previo aviso" después de tres años.
Además del comunicado, las hermanas remiten un extenso Manifiesto Católico en el que confluyen que el último Sumo Pontífice válido fue Pío XII. También se muestran plenamente conscientes de la gravedad de sus afirmaciones. "Nos van a denominar herejes y cismáticas, locas y muchas cosas más, muy calumniosas y desagradables. No los creáis, al menos por esta vez, que no os engañen", aseguran.
La decisión de las monjas cismáticas viene de un problema inmobiliario a la hora de vender el convento que tienen en propiedad y que está vacío en Derio, en Vizcaya. Con esa venta pretenden hacer frente a la compra del monasterio de Orduña. Este pertenece a la diócesis de Vitoria, con la que, al parecer, tenían un acuerdo de compraventa.
Como no obtuvieron permiso, plantearon una alternativa, que un comprador ajeno a la orden abonara el millón de euros que queda pendiente para la compra del edificio de Orduña y cuando ellas pudieran devolver el dinero, el benefactor les transfiriera el convento, pero la operación no se llegó a cerrar porque generaba muchas dudas en la diócesis, sobre todo la identidad de este misterioso comprador interpuesto.
Esto motivó la rescisión del acuerdo de compraventa por parte de la diócesis de Vitoria. Desde la comunidad de Belorado han reclamado 1.600.000 euros por unas obras presuntamente realizadas ya. La reclamación por este monopolio religioso y económico está actualmente en los tribunales.