Andrea es una joven que sufrió abusos sexuales por parte de un familiar. “Fui una víctima y mi agresor fue mi abuelo”, explica con valentía. Para ella, la pesadilla duró cuatro años porque tenía terror a ser juzgada por su entorno. “A mí no me salían las palabras para contárselo a mis padres. Era el miedo a que no me creyera la gente”, confiesa.
En ocho de cada 10 casos de abuso sexual a menores, el agresor es un familiar o conocido de la víctima. Así lo muestra un informe de ‘Save the Children’ con datos de España. Y Andrea es una de estas historias.
La vida de Andrea se convirtió en una pesadilla cuando su abuelo comenzó a abusar sexualmente de ella. “Para mí, era un monstruo que aparecía y que nunca se iba”, recalca. Sus días estuvieron marcados por las agresiones sexuales de su familiar que se extendieron durante cuatro años.
Su abuelo abusó de ella desde los 13 hasta los 17 años, cuando habló por salud mental. “O mi vida o la suya”, fue lo que pensó en ese instante. “El día que lo conté fue como volver a nacer”, añade sobre esta terrible experiencia que tuvo que vivir.
Las agresiones sexuales en menores han crecido en los últimos años por dos razones. O así lo cree Mónica Aznar, sexóloga: “El tema de la tecnología y la pornografía ha hecho que se incremente”.
Un tema que debe erradicarse a través de la enseñanza. “A los seis años ya tienen formada su personalidad. Lo importante es la educación, todo se aprende en casa”, indica Juan Pedro Oliver, presidente de ‘Prodeni’. Porque no hay nada más importante que proteger la infancia de los más pequeños.