Alquilar una vivienda en una gran ciudad se ha convertido en una misión imposible. Ahora, además del problema del precio, los futuros inquilinos se encuentran un nuevo obstáculo: solo el 5% de las casas en alquiler permiten tener mascota.
Patricia lleva más de un mes intentando alquilar una vivienda, pero siempre recibe la misma negativa. El problema se llama Oreo, su perro. “Es un buen perro, se porta muy bien en casa y es muy tranquilo” asegura, pero “no encuentro absolutamente nada en Madrid que me lo acepten”, se lamenta, por lo que actualmente se ve obligada a vivir en casa de una amiga.
“He visto casas, pero porque he dicho que voy sin perro”, nos cuenta, “pero en cuanto digo que voy con mascota me echan para atrás”.
Esta es una situación que se repite constantemente en el mercado de alquiler. “Es una práctica bastante habitual”, nos asegura Fernando Ramos de Inmobiliarias Encuentro.
La cuestión es si esto es legal. Según nos explica Víctor Palomo, abogado del sindicato Inquilinas, “es legal porque la ley de arrendamientos urbanos permite que haya voluntad de las partes para añadir esta clase de cláusulas”. Además, “los caseros siempre tienen la sartén por el mango. Siempre va a haber la parte fuerte del contrato, que puede imponer lo que quiera y la parte débil, que es el arrendatario, que tiene que aceptar lo que le pongan encima de la mesa”.
De esta manera, las posibilidades de encontrar una vivienda para alquilar se reducen si tenemos una mascota, lo que, en ocasiones, acaba trágicamente en el abandono del animal.