Antonio vive atrapado en su propia casa. En su edificio no hay ascensor y él sufre una enfermedad pulmonar que le impide dar dos pasos sin ahogarse y que se llama EPOC. “Es como vivir en una prisión. Si no puedo salir qué hago. Es todos los días lo mismo”, confiesa Antonio.
El oxígeno es su compañero día y noche. “Respiro esta máquina las 24 horas del día”, lamenta. Si para él supone todo un esfuerzo caminar unos metros, bajar dos pisos es una misión imposible. "Me gustaría que llegara una Nochebuena o una Nochebuena y decir 'Vente aquí a cenar o vamos para allá', pero no puedo", lamenta. Y es que Antonio lleva cinco años sin pisar la calle.
Antonio tuvo que adaptarse a una afección que le ha cambiado la vida: la EPOC. La enfermedad pulmonar obstructiva crónica es una enfermedad pulmonar común que reduce el flujo de aire y causa problemas respiratorios. Entre los síntomas más comunes se encuentra la dificultad para respirar, la tos crónica y la sensación de cansancio.
Para que la vida de Antonio fuese más fácil, tan solo necesita una adaptación en la entrada del edificio. Pero la comunidad de vecinos no quiere. “Si la administración concede ese 70%, que supone la eliminación de las barreras, no se pueden negar”, añade David.
"Muchas veces pienso que estoy en el infierno. Esto es un sacrificio vivir así. Es muy duro", estas son las palabras que detallan la situación de Antonio. Él mismo describe su casa como "una prisión" de la que no puede salir. Mientras espera esa respuesta que puede cambiar su vida, Antonio sigue soñando con el día en el que pueda salir de ahí.
"Sé que volver a tener la vida de antes es imposible, pero quiero poder salir de aquí de mi casa", dice con las lágrimas en los ojos por la impotencia. De momento, Antonio solo puede seguir recorriendo las calles en su cabeza.