En Japón el cambio climático y la falta de alimento está provocando que los osos se acerquen cada vez más a las poblaciones. Además, los cazadores que se encargan de atraparlos son cada vez más mayores. Según informa Alejandro Oviedo en el vídeo, un grupo de estos cazadores octogenarios han mostrado su preocupación por qué pasará cuando ellos falten.
El cambio climático y la falta de alimentos está provocando que los osos se adentren cada vez más en pueblos y ciudades. A este problema se suma que, el 60% de las personas que tienen licencia de armas tienen más de 60 años y los ayuntamientos solo pagan 50 euros a los cazadores que se encargan de los osos, una cantidad insuficiente para cubrir el gasto de capturarlos.
Los cazadores que se encargan de atraparlos son cada vez más mayores y temen lo que pueda pasar cuando ellos ya no estén. Es el caso de Haruo, un cazador de 75 años que atrapa osos gracias a las trampas colocadas en la isla de Hokkaido.
Como él, varios cazadores se encargan de proteger los asentamientos de los ataques de estos animales, “no tenemos otra opción más que atraparlos”, explican.
Los ataques de los osos se están convirtiendo en todo un problema de seguridad. En tan solo 12 meses, de marzo a marzo, 219 personas han sido atacadas por osos, 6 de ellas, mortalmente. Katsuo, un cazador de 84 años, perdió un ojo hace más de 20 años a causa de uno de esos ataques, “era como si estuviera royendo un rábano crudo, arañando y crujiendo. Me desmayé y no sé qué pasó después.
Una vez el animal es atrapado son las autoridades locales las que deciden sobre su destino, que siempre suele ser el sacrificio. Según el ministerio de medio ambiente nipón, en un año se ha capturado y sacrificado a más de 9.000 osos negros y pardos.
Sin embargo, los animales siguen apareciendo y los cazadores son cada vez más viejos y no hay relevo generacional. “En unos años, cuando tengamos más de 70 años, ¿quedará alguien que pueda enseñar como cazar osos?”, se pregunta Tatsuhito Yamagishi, otro cazador.
Ante esta perspectiva, algunas compañías tecnológicas han visto una oportunidad de negocio. Así lo explica Yuji Ohta, director de Ohta Seiki, “creo que hay una necesidad real de colocarlos en áreas donde la población está disminuyendo y envejeciendo para mantener alejados a los animales salvajes”.
Su compañía ha diseñado un lobo animatrónico con 60 tipos de sonidos distintos, incluyendo ladridos, voces humanas y disparos, e oye a más de un kilómetro y se activa con un sensor infrarrojo. Una forma distinta de ahuyentar a los animales y proteger a las personas.
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