La historia de amor de Graciela Yraizoz y Pedro Martín está escondida detrás de un bosque con forma de guitarra en Argentina. Graciela soñaba con construir un lugar ideal donde poder disfrutar de su pasión: tocar la guitarra. Un aneurisma le robó sus ilusiones y murió con tan solo 25 años, dejando en el olvido su idea de crear una zona especial.
Pedro, su marido, no dudó en llevar a cabo el sueño de su mujer. Con la ayuda de sus cuatro hijos, creó un enorme bosque en el lugar favorito de Graciela situada en una explanada cerca de General Levalle (Córdoba, Argentina). Y como no, lo hizo con la forma de una guitarra.
La historia de esta pareja comenzó en la década de 1970, cuando Graciela Yraizoz quería convertirse en guitarrista y su objetivo era crear un paraíso para su familia. Ella era una joven idealista ecológica y un día le planteó a su marido su visión de hacer una “guitarra natural”. A Pedro no le parecía buena idea, aunque todo cambió cuando Graciela murió de manera repentina por un aneurisma en 1977.
Durante 40 años, Pedro plantó 7.000 árboles en más de dos kilómetros de terreno: cipreses de piña para la silueta y eucaliptos medicinales para sus cuerdas. Un trabajo que realizó junto a sus cuatro hijos antes de fallecer en 2019. Y le dio un nombre: ‘La Estancia La Guitarra’.
Tras la muerte de Pedro, ‘La Estancia La Guitarra’ pasó al cuidado de sus hijos para que mantengan la obra de su mujer. Este bosque, que solo se puede apreciar por completo desde las alturas, ya se ha convertido en todo un monumento al amor.
Pedro no dudó ni un segundo en dedicar su vida en cumplir el sueño de su mujer. Y sin darse cuenta, le dio a Graciela el mayor regalo que le podía ofrecer en esta vida: un amor eterno con vistas desde el cielo.