La alianza del Partido Popular y Sumar, para intercambiar apoyos y permitir que salga adelante sus iniciativas parlamentarias, ha salido a relucir en el Congreso de los Diputados. Según informa María Galán, el malestar es más que evidente en el PSOE porque no entienden que hayan pactado con el PP y les haya regalado esa imagen de división interna. Aún así, aseguran que no hay una grieta en la coalición.
El PP pudo aprobar lo que quería: que el Congreso tenga que autorizar el envío de armas a Ucrania con el Gobierno dividido. Y Sumar consiguió también lo que quería: facilitar las reclamaciones de las cláusulas abusivas en las hipotecas. Los dos partidos pactaron al margen del PSOE y se apoyaron mutuamente, aunque Sumar ni siquiera necesitaba los votos de la derecha. La lectura en Moncloa es que, en plena negociación de presupuestos, hay una competencia directa por el partido de Yolanda Díaz y Podemos.
Los socialistas no ocultan su enfado. "Los de Sumar eligieron francamente mal su compañero de viaje", sentencia Patxi López, portavoz del PSOE en el Congreso. La vicepresidenta María Jesús Montero tampoco: "A mí me parece incomprensible. No lo he entendido. No había ningún motivo para esta cuestión. Tiene que ver más con las relaciones con la izquierda que con el PSOE". Y otros socios de la investidura se burlan. Fue una insólita e inesperada alianza.
El portavoz de Sumar en el Congreso, Íñigo Errejón defiende a capa y espada su movimiento: "Creo que cuando consigues que tus adversarios acaben viniendo a la agenda del terreno social es una victoria ideológica. Nosotros ideológicamente no nos hemos movido ni un pelo". Mientras, el portavoz del PP, Miguel Tellado, esquiva las preguntas. Ahora, la pregunta es: ¿Abre esto una vía de entendimiento para el futuro en temas sociales? De momento, lo que se sabe, es que en una legislatura como esta todo es posible.
El Partido Popular y el PSOE han protagonizado un pleno intenso que han utilizado para echarse a la cara la presunta corrupción de sus partidos. Y todo sin sus líderes. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, está en la cumbre hispano portuguesa y el líder de los populares, Alberto Núñez Feijóo, está compartiendo el colacao con los niños. Aunque no están sentados en sus escaños, esto no ha impedido que el Congreso siga con las acusaciones cruzadas de corrupción. El Gobierno, en tromba, contra Isabel Díaz Ayuso criticando los gastos de las vacaciones. Y los populares, responden con el caso Koldo, Begoña Gómez y RTVE.
Y es que no hay tregua en la sesión de control de los miércoles. Con el gran foco mediático que tiene, el PP y el PSOE elevan al máximo la tensión aunque no estuviesen sus líderes. La corrupción monopolizó la sesión y el Ejecutivo respondió a más de 10 preguntas de la oposición. Desde el caso del exministro de Transportes, José Luis Ábalos, hasta los delitos fiscales de la pareja de Isabel Díaz Ayuso.
"No puede deducirse en la empresa la compra de un Rolex, de un saxofón y de un viaje", recrimina Montero sobre Alberto González Amador. El PP contraataca con el tema de RTVE mientras aumenta la tensión entre los partidos. "La jefa está comiéndoles la tostada. Hay Gobierno para rato y señor Feijóo para ratito", asegura el ministro de Justicia, Félix Bolaños.
"La jefa que se comió la tostada se llama Begoña Gómez y lo hacía en La Moncloa", respondió Tellado. Otra sesión más de control donde los temas de corrupción acaparan la política española.
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