Aunque podamos pensar que los seres humanos conocemos a la perfección el mundo en el que vivimos, estamos muy equivocados, ya que hay una buena parte de la Tierra que se encuentra sin explorar. Hablamos de los océanos, de los que se estima que solo una cuarta parte aproximadamente se ha mapeado y explorado al detalle. Esto implica que aún existen muchos misterios por descubrir y resolver. Es más, en realidad conocemos mejor cómo es la superficie de Marte, que lo que esconden las aguas que cubren el 70 % de la superficie terrestre.
Un buen ejemplo de ello es el último descubrimiento que algunos científicos han realizado en el océano Pacífico, cerca de América Central. Allí, a bordo del buque Falkor, han estado explorando las profundidades, concretamente unas zonas denominadas respiraderos hidrotermales situadas a unos dos kilómetros y medio de profundidad.
Si bien es cierto que la vida resulta muy complicada a tales profundidades –la presión del agua es enorme–, también lo es que termina abriéndose paso incluso en los lugares más inhóspitos del planeta. Por regla general, en los fondos oceánicos las condiciones para la vida son complicadas, toda vez que apenas llega la luz del sol y las aguas suelen estar frías.
Sin embargo, en los respiraderos hidrotermales, es decir, aquellos lugares por donde se escapa el calor que contiene el interior del planeta, la temperatura es superior. Y precisamente es lo que ha descubierto la misión mencionada. Con un robot submarino capaz de operar a gran profundidad han sido capaces de recorrer algunas cavidades que se encuentran a unos 25 grados centígrados y donde existe vida marina: desde gusanos y caracoles, hasta bacterias quimiosintéticas.
Este tipo de investigaciones suponen un importante avance en varios sentidos, es decir, no se trata únicamente de saber que en las profundidades del océano es posible la vida a pesar de las condiciones tan complicadas. De hecho, este tipo de exploraciones y descubrimientos ayudan en varios campos:
Para poder hacer estos descubrimientos es necesario contar con los mejores equipos técnicos, como es el caso del radar de penetración terrestre o GPR y la tomografía de resistividad eléctrica o ERT. Al fin y al cabo, con esa tecnología es posible realizar el mapeo de estructuras subterráneas con una gran precisión.
Claro que también existen riesgos que amenazan a estos ecosistemas, especialmente uno de ellos, el que concierne a los propios seres humanos. Hay que tener en cuenta que continuamente se llevan a cabo explotaciones mineras en las profundidades del océano. Y como cabe esperar, este tipo de actividades no se paran a comprobar si existen pequeñas especies habitando un entorno concreto. Así pues, las extracciones pueden acabar con estos tesoros escondidos en las profundidades de los océanos.