Carlos Javier González, profesor de Filosofía: “Mis alumnos están muy asediados por nuestras expectativas”

Bajo una capa de ocio, se nos ofrecen a cada instante múltiples ocupaciones que nos mantienen idiotizados. Esa es la denuncia de Carlos Javier González Serrano, profesor de Filosofía y Psicología y uno de los pensadores más mediáticos de nuestro país.  

En ‘Una filosofía de la resistencia’ (Ed. Destino), el autor no llama a la rebelión, pero sí a una revolución intelectual y cívica que recoge el esfuerzo por constituirnos como sujetos autónomos mediante el ejercicio comprometido del pensamiento y una reeducación de nuestro deseo.

“La resistencia intelectual que propongo es tener capacidad de elegir”, explica el autor en una entrevista en Noticias Cuatro. “En el llamamiento y la valentía de forjar un juicio propio y una voluntad emancipada consiste la resistencia que propongo en este libro”, afirma. 

Carlos Javier González Serrano propone saber por qué y qué estamos soportando, y a qué precio. Mantiene que ese es el papel hoy la filosofía, es decir, “una vigorosa e incólume resistencia intelectual”.

 El pensador defiende que esa es la esencial naturaleza del asombro filosófico, en “crear una grieta que resquebraje nuestra monolítica visión de la realidad para cerciorarnos de que los esquemas ideológicos sobre los que estamos alzando los cimientos de la vida contemporánea han confeccionado una prisión emocional asumida con placer en la que ni siquiera sabemos que estamos atrapados”. 

 Como profesor, el autor defiende que la única posibilidad de plantar cara a la parcialidad, al dogmatismo y a toda desidia es “resistir con una cabeza bien formada y con un corazón firme”.

 “Mis alumnos están muy asediados por las expectativas que les imprimimos desde la sociedad, las familias y el profesorado”, revela. “Los alumnos no son el futuro, sino nuestro presente -añade- y nuestra única posibilidad de acabar con la cómoda sedación individual y social en la que hoy nos hemos enfangado”.

 Y termina con una denuncia de lo que llama “la dictadura de la felicidad”: “Nos dan caminos prefabricados sobre la felicidad y nos olvidamos de que la felicidad es una construcción”.