La esencia de Pepa es su pelo “atrae a muchas personas”. Es original de Bélgica, a los 5 años se fue a vivir a Bali, volvió a Bélgica y después se vino a Madrid. Le ha contado a Carlos Sobera que de vez en cuando va a Bali a ver a su caballo “está en una manada natural, me lo regaló mi madre cuando mi padre falleció en 2013”. En el amor, no ha tenido muy buena suerte y siente que siempre elige muy mal “me gustan los que peor pinta tienen, con los que me van a mandar al psicólogo son con los que más cachonda me pongo”.
Valentino, su cita, nació en Italia, pero se siente argentino. Las chicas se suelen interesar por él y por su acento, pero a él no le gusta estar con cualquiera. A Pepa le ha parecido un chico guapísimo y le ha recordado a un actor famoso. Eso sí, la mayoría de los argentinos que conoce suelen ser chulos, prepotentes y se pasan de confianza.
Los jóvenes han comenzado a conocerse hablando de sus lugares de origen y ambos, se han sorprendido al saber que a los seis años habían cambiado de destino. A Valentino le ha gustado mucho que Pepa montara a caballo porque él también lo hacía con su abuelo, pero había mucho que ya no practicaba. El soltero ha querido saber a qué hora se despertaba su cita y le ha contado que él trabaja en un hotel y todos los días se levanta a las seis de la mañana. Pepa no conoce Mallorca y él no ha dudado en invitarla. Le estaba gustando mucho, pero le ponía muy nervioso que no dejara de tocarse el pelo.
Al saber que a Valentino le gustaba viajar, Pepa le ha dicho que no le gustaban mucho los aviones y que el mar le daba fobia “pienso que va a venir un megalodón, la última vez que entré en el mar no me hice caca porque pensé ‘mi caca puede atraer a los tiburones”.
Pepa ha tenido dos relaciones y le ha sorprendido mucho que su cita no hubiera tenido ninguna. Valentino le ha explicado que había nacido en otra época y que era un tipo romántico, que se quería casar, tener hijos… A él no le ha gustado nada que Pepa le dijera que era celosa.
En el tema sexual, los dos han coincidido en la postura que más les gustaba realizar. A él le gusta dominar y a ella ponerse “a cuatro, me hace sentirme muy guarra”. La atracción física entre ellos era evidente y han sentido que se lo podían pasar muy bien juntos en la cama. La decisión final estaba bastante clara y ambos han dicho que sí a una segunda cita juntos.