Andrea tiene 27 años, es dependienta y viene de Barcelona. Busca ese hombre que la abrace todas las noches entre sus músculos, ya que como asegura, no le gustan delgados. Se considera muy vergonzosa y confiesa que cuando lo está, no para de reírse.
Además, Andrea señala, que le cuesta abrirse al amor porque le han sido infiel muchas veces y es lo que más valora en una pareja, la fidelidad.
Por otro lado, tenemos a Marc, su cita, que tiene 36 años es modelo y escolta y viene también de Barcelona. Afirma que le da mucha importancia al físico, pero para él hay un valor más importante en la vida, como tener un buen corazón.
La primera vez que se han visto, Andrea se ha venido un poco abajo, ella misma nos decía: “No sé, me esperaba quizás un chico con algo más de músculos”. Tampoco le ha entrado por los ojos su estilo, sobre todo, su pantalón de cuero, que no le gustado nada.
Una vez en la mesa, la conexión no ha mejorado y los silencios durante la conversación eran eternos. Andrea estaba muy nerviosa y prácticamente no ha parado de tener esa risa nerviosa de la que ella mismo nos hablaba, durante toda la cita.
Por su parte, Marc, mucho menos nervioso, ha intentado que Andrea se mostrara más participativa y le decía: “¿Qué quieres saber de mí?” ante esta pregunta, Andrea aprovechaba para preguntarle a qué se dedicaba. Tras explicarle a lo que se dedicaba y que tenía el título de modelo, Andrea, algo incrédula, afirmaba: “Me ha extrañado, es alto, pero no le he visto como para ser modelo”.
La cita avanzaba y el feeling entre ellos era prácticamente irrecuperable. Cuando parecía que la desconexión amorosa no podía ir a más, Marc sacaba el tema de los hijos, que asustaba a su cita. Esto pillaba por sorpresa a Andrea, que decía: “De momento no está en mi mente”. Marc, al darse cuenta de que Andrea no tenía ni siquiera ni el pensamiento de tener hijos, señalaba: “Aún eres joven, por lo menos hasta los 35, no hay que planteárselo”.
Sin embargo, cuando parecía que Marc y Andrea no iban a encontrar nada en común que les pudiese unir, él confesaba: “Tengo un gato que es como mi hijo”. Al desvelar esto, Andrea sonreía y le comentaba: “Yo tengo una perrita, un chiguagua”.
Finalmente, tras largos silencios durante la cita y con bastantes pocas cosas en común, Marc y Andrea terminaban su cita cada uno por su lado. Andrea resumía su encuentro con una tajante frase que desvelaba si iba a seguir conociendo a su cita fuera: “No me ha gustado nada”.