Kiko se considera luz y amor, y pretende ser un faro o una guía para otras personas. Intenta ser un hombre equilibrado y practica yoga, meditación y prácticas energéticas. Tuvo su despertar espiritual durante un retiro espiritual en el que llegó muy malito de la mente y el estómago, pero tras la compasión consiguió reconciliarse con su madre. En el amor, intenta no cerrarse a nada, pero le gustan los chicos que ven la vida de su misma manera.
Guille, su cita, no te puede considerar buena persona si consideras que la gente del colectivo LGTBIQ+ tiene menos derechos que el resto, que las mujeres tienes menos derechos que los hombres o que los ricos tienen más derechos que los pobres. Le ha contado a Carlos Sobera que nunca ha tenido una relación, algo que no entiende porque se considera una persona bastante interesante. Han comenzado a conocerse hablando de sus lugares de origen, Kiko es de Córdoba y Guille de Valladolid. Los dos se han parecido atractivos y la cita ha comenzado con ilusión por ambas partes.
Mientras elegían qué iban a cenar, los dos han descubierto que uno era vegano y otro vegetariano y que tenían el mismo concepto del respeto por el planeta. Kiko le ha contado que estaba formando en el mundo de la espiritualidad y ha Guille le han saltado las alarmas porque con sus amigas tiene la coña de “cuidado con los hippies, chicas”. Kiko le ha contado que se había formado en comunicación, pero que también hacía música electrónica, algo que también la ha parecido a Guille “interesante, pero cuidado, puede ser el típico músico que te jode la vida”.
Él le ha contado que estudio derecho y quería trabajar con refugiados, pero la vida se le torció y ha terminado dando clases de legislación en una academia de preparación de oposiciones “estoy con mujeres de 40 y 50, mi grupo preferido de la sociedad”. Al saber que Kiko había hecho un máster de política cognitiva, Guille le ha sacado el tema reivindicativo, pero él le ha frenado porque está en modo espiritual. Él ha coincidido en que también estaba muy relajado, pero que había cosas que no se podían permitir y que había que seguir educando en lenguaje integrativo, aunque fuera a nuestros mayores.
Kiko no es que haya abandonar el binarismo, pero está buscando su energía más masculina. En el tema pareja, Guille le ha confesado que nunca había tenido pareja y que, aunque a veces lo pensara, su psicólogo le ha dicho que no era por su culpa. Kiko ha dicho que no pasaba nada, pero ha tenido claro que no iba a ser él su primera pareja. Al soltero le gustan los hombres muy delgados y Guille se ha hecho una idea “recién salidos del proyecto hombre, enfermizos total”.
En el reservado, les ha tocado darse un beso que no olvidaran y Kiko le ha soltado un “no sé” porque Guille no le atraía sexualmente. Le ha dicho que para él era más importante un abrazo y se lo han dado. Guille sí estaba dispuesto a tener otra cita con Kiko, pero él le ha dicho que le echaba mucho para atrás que no hubiera tenido pareja antes y que, tras vivir varias experiencias similares, no estaba dispuesto a ser él, su primer hombre.