Luis ha entrado en ‘First Dates’ con mucha tranquilidad y llamando “Carlitos” a Carlos Sobera. El joven lleva desde los 13 años escribiendo canciones de rap y ha estado en batallas de free style e improvisación. Es de Cádiz, pero lleva cuatro años estudiando en Madrid Comunicación Audiovisual. Vive en un buen barrio, pero le gusta más el estilo urbano. Ha estado un año viviendo en Argentina de intercambio y todavía no ha perdido el acento. Solo ha tenido una relación abierta que se rompió hace un mes porque su pareja se saltó una de las normas.
Respecto a lo que esperaba de su cita, le ha contado al presentar que no le gustan las cayetanas, que prefiere una chica urbana y que lleve “la mente igual de perfilada que el eyeliner”.
Sheila, su cita, tiene claro que no es fácil de aguantar y que necesita a su lado a un hombre con mucha paciencia. No ha estudiado porque en su casa no había mucho dinero y le tocó ponerse pronto a trabajar, pero también porque no le gustaba “he sido muy vaga”. A Luis le ha gustado su rollito y ha querido saber cuál era el origen de su nombre porque nunca lo había escuchado “anda que no hay Sheilas”. A ella le ha gustado que fuera andaluz, pero ha sentido que tenía más acento argentino.
Eso sí, gustarle, no le ha gustado nada “tengo que ser fea para que me pongan con él. No es que yo sea un pibón, pero comparada con él… no me ha gustado”.
Mientras esperaban la cena, Luis le ha contado que estaba a punto de comenzar las practicas de su carrera y que ya estaba con el TFG. Ella le ha dicho que no entendía nada de estudios y que estaba trabajando de cajera en un super de Getafe. Él ha estado viviendo en Goya hasta hace unos días y a ella le ha sonado a barrio pijo “pero no creo que tanto como Pozuelo”. Él ha bromeado con un “estudiando lo mío, acabas trabajando en lo tuyo”, pero Sheila no lo ha pillado.
Luis se ha fijado en los tatuajes de Sheila y le ha enseñado que llevaba en un brazo una lata estrujada de una bebida que le gusta “es microrealismo, me costó 600€” y ella ha alucinado porque no entendía que se tatuara algo así y eso, que no había visto que en el otro brazo llevaba la placa de su número de habitación en la residencia de estudiantes. Ella ha intentado no reírse, pero no lo ha conseguido y a él no le ha sentado muy bien.
El soltero ha tenido la sensación de que Sheila era bastante más mayor que él y a ella no le ha sentado nada bien “me ha llamado vieja, literal”. Sheila se más pequeña que él y ha querido saber qué le estaba pareciendo. Luis le ha dicho que le gustaban sus uñas y le ha contado que no quería cenar con una cayetana. Él también ha querido saber qué le gustaba a Sheila de él, pero a ella le ha entrado la risa. Tenía la sensación de que se notaba claramente que no le estaba gustando y podría ser porque él, le ha dicho que era muy expresiva y que se veía cuando algo no le gustaba.
Luis le ha contado que acababa de salir de una relación abierta y ella ha flipado porque ella es muy tóxica “yo no puedo, que mal, no mola eso”. Sheila ha tenido claro que no estaban en la misma onda y por más que quisiera no ha entendido que él apostara por la libertad sexual en una pareja “tienes una cara, tío. Te quiere follar por la cara a medio Madrid y ya está”.
El soltero se estaba desilusionando por momentos porque tenía la sensación de que iban a conectar mucho más de lo que estaban conectando. En el momento de la decisión final, Luis no se ha cortado y le ha dicho que no le había parecido bien que devaluara su forma de entender el amor. Ella le ha dicho que esa no era su intención y que simplemente es que no lo entendía. Por supuesto, ella ha dicho que no a una segunda cita y él también porque ha sentido que en los temas de pareja eran cero compatibles.