Entre Silvia y Alberto no estaba surgiendo la chispa. Ella sí parecía empezar a imaginarse una relación con un chico de pelo largo y ojos azules, pero él sentía que era una chica guapa y nada más. De hecho, no han coincidido ni en su gusto por la tarta de queso.
En el momento de la cuenta, a Alberto le ha entrado la risa floja y ella ha sentido que se cumplía su peor pesadilla, su cita no tenía dinero ni para pagar su parte. Ella no podía entender que alguien viniera a una cita sin dinero y ha confesado que era su gran miedo.
Alberto le ha explicado que “No me he traído ni la cartera, me ha venido solo con el móvil. Estoy con exámenes y estoy fatal de la cabeza”, pero no podía contener la risa de los nervios y la vergüenza.
La soltera le ha dicho que se quedara a fregar los platos, pero cuando ha venido la camarera y él se lo ha contado, Silvia le ha dicho que no pasaba nada “Aquí está la mami, no soy sugar, pero casi”.
Silvia ha pagado la cena y le ha dicho que sí quería tener una segunda cita con él, pero él le ha dicho que era muy guapa, pero que no era su prototipo de pareja y que no estaba preparado para tener una pareja. Ella ha alucinado y le ha soltado un “Entonces, ¿Para qué has venido aquí?”.
El soltero le ha dicho que no se cerraba puertas en el sentido de conocer a gente para una amistad o de que surja cualquier otra cosa, pero “ahora mismo no me siento preparado”.