Raffaella es mitad suiza y mitad italiana, su pasión es viajar y lleva cuatro años en Barcelona. No se ha enamorado de ningún chico español “es muy difícil”, le gustan los chicos creativos y con intereses “un poco como yo”.
Roberto su cita, tiene la mente abierta y en el amor no le gustan las etiquetas. Al verle, Raffaella ha sentido que no era para ella “justo lo contrario a lo que me gusta” y ha comenzado la cita diciéndole que estaba muy cansada. Roberto le ha dicho que ella era de Ecuador y le ha preguntado que a qué se dedicaba. Ella le ha dicho que era orfebre, pero cuando le ha preguntado la edad, le ha dicho que no se la iba a decir.
Mientras comenzaban a cenar, Roberto ha intentado encontrar puntos en común con su cita y le ha dicho que él se dedicaba al diseño de interiores, y le ha parecido genial que ella hubiera vivido en otros países porque eso decía que tenía la mente muy abierta. A Raffaella le gusta Barcelona porque tiene mar, mucho arte y festivales. Le gusta la música indie y rock, pero para salir de fiesta, prefiere la música electrónica.
Roberto ha sentido que estaba abriendo una matrioska rusa cada vez que su cita comenzaba una nueva conversación porque Raffaella era toda una caja de sorpresas. La soltera le ha hablado de sus viajes en soledad, de la cultura hebrea, de haber practicado el Ramadán en Egipto… Ella también estaba descubriendo a un hombre tranquilo, culto y muy interesante.
La soltera ha estado muy cómoda con Roberto, pero es de primeras impresiones y su cita no le ha gustado. Es consciente de que es un tema muy superficial y que no debería fijarse en eso, pero puede superar que su pareja no sea rubio, pero sí necesita que sea muy alto para sentir atracción.
Roberto le ha dicho que sí quería volver a quedar y ella le ha ofrecido tener una cita artística, pero no “en plan pareja” y él ha aceptado “nos veremos por Barcelona, seguro”.