Carolina se considera una chica muy sencilla y muy normal. Al conocerla, Carlos Sobera se han interesado por su profesión de presentadora de televisión y ella le ha contado que hace entrevistas a políticos, a pie de calle y creo un programa de animales para empatizar con su dolor. En el amor, lleva 14 años soltera y no le vale lo primero que aparece, a ella le gustan los policías, la vuelve loca un uniforme.
Julio, su cita, es un conquistador y le encanta el momento cortejo. No puede decir que su hobbie sean las mujeres, pero sí le gustan mucho. Al verle, a Carolina se le ha caído el mundo al suelo porque Julio no era lo que esperaba y a él le ha pasado más o menos igual. Eso sí, los dos han disimulado y han comenzado a preguntarse de dónde eran.
Mientras esperaban la cena, Julio ha querido saber cómo le gustaban los hombres a Carolina y ella le ha dicho que altos, morenos y con pelo, y es que a ella su cita le estaba pareciendo “horrible”. Julio ha insistido en el tema y ella le ha dicho que le gustaban mucho los policías de uniforme. Él no tiene placa, pero el ha dicho que cera “un CP”, un carnicero profesional. Algo que a ella le ha echado para atrás mucho más “yo quería un policía y me ponen un carnicero”.
Julio ha querido saber cuánto tiempo llevaba soltera Carolina y ella le ha dicho que mucho, pero que no lo había buscado. De hecho, el ha explicado que no quería una relación de convivencia, algo que él no ha entendido porque sí él encuentra a su princesa quiere estar todo el rato con ella. Entre ellos no ha surgido nada de nada y es que Carolina no ha encontrado absolutamente nada de Julio que le gustara “ni la camisa”.
Entre ellos la conexión era cero y Carolina ha sacado el móvil de su bolso. Él lo ha visto como una falta de educación y eso que todavía no había comenzado a mandar mensajes, y ha llamar por teléfono. La soltera no sabía si se podía llamar desde el restaurante, pero ha terminado haciendo una llamada. Julio no ha aguantado más y se ha levantado de la mesa, momento que ella ha aprovechado para decirle a su amiga que la cena ríquisima, Carlos Sobera guapísimo, pero la cita “una mierda, menos mal que el menú estaba bueno. increíblemente horrible”.
El momento de la decisión final ha sido tenso, muy tenso. Julio ha intentado mantener las formas y le ha dado la razón cuando ella le ha dicho que el restaurante era muy agradable, pero que no habían conectado para una segunda cita, pero que igual coincidían en otra ocasión.