Hay solteros que no tienen ningún tipo de vergüenza, otros que llevan el arte corriendo por sus venas y otros a los que los nervios les juegan una mala pasada. Al cruzar la puerta de ‘First Dates’ sabes que todo puede pasar, pero a veces suceden cosas que jamás podrías imaginar. Repasamos algunas de las entradas más sorprendentes vividas en el programa.
Hay solteros que llevan el arte y el ritmo metido en el cuerpo y que no se resisten a conocer al que puede ser el amor de su vida dándolo todo al ritmo de la música. Son muchos los solteros con vocación musical que reciben a su cita en ‘First Dates’ cantando.
Algunos con más suerte que otros…
Conocer a tu cita a ciegas cantando puede suponer un shock, pero verla dándolo todo al ritmo de la música puede ser mucho peor. Hay veces en la que sale bien como en el caso de Marco y Sabrina.
Y otras en las que además de enamorar a tu cita, seduces a todo el restaurante. No todos los días se ve un perreo así.
Son muchos los que llegan al restaurante con un doble objetivo: encontrar el amor y mostrar su talento por televisión. Pero solo unos pocos nos impresionan de verdad. ¿Te acuerdas de las acrobacias de Manu? Sí, el chico que venía de un barrio en el que lo más divertido era robar móviles y que dejó a Carlos Sobera sin palabras. ¡Vaya pirueta!
No todo son bailes y acrobacias, y la creatividad de algunos solteros nos sorprende y nos saca una sonrisa. Asier jamás podía imaginar que su cita en ‘First Dates’ comenzaría desnudando a Karina.
Hay citas que comienzan con mucha magia…
... Y otras sin ninguna.
Las amigas de Jennifer le advirtieron de que se iba a caer, pero ella jamás imaginaba que algo así le iba a suceder. Pero no todas las casualidades son malas, el destino quiso que María volviera a reencontrarse con el dominicano que la volvía loca de joven y su cita comenzó con un reencuentro inesperado.
Hay citas que comienzan con una magia muy especial y que hacen que prever que Cupido va a apuntar al corazón. Matías lo vio claro cuando Albert y Jos se conocieron, y no dudó en tocar la campana del amor.
Recordando entradas memorables, se nos ha venido a la cabeza la de Laia, una joven que no entró ni cantando ni bailando ni con un traspié, sino que lo hizo del brazo de su ex. Sí, nadie mejor que el padre de sus hijos para aconsejarle en el terreno del amor.