La cita de Carmen y Luis no comenzó todo lo mejor que podría esperarse, el look vikingo de él no convenció nada a su cita, que no se cortó en sinceridad: “Físicamente no es mi tipo”. Con todo, la pareja se sentó dispuesta a conocerse y comprobar si entre ellos pudiera surgir o no la chispa del amor.
Entre una conversación y otra, Luis hizo a Carmen una confesión que ella no esperaba para nada: “Yo no voy a misa ni nada, pero mismo que me gusta eso, me gusta lo oscuro, es una contradicción. Me gusta el tema paranormal”. “Uy, yo con eso no puedo”, le contestaba ella, que no sabía que aún le quedaba por escuchar lo mejor.
“A mi tienda ha ido gente que ve y en mi tienda hay seis o siete personas”. La cara de Carmen era un poema. Pero es que la cosa no quedaba ahí: “Hay personas, sobre todo mayores, que ven los espíritus en mi tienda. Hay seis o siete personas, entre ellos niños, de la época de la guerra. Algunos dicen que están enterrados ahí, otros no, pero lo que sí hay es una tranquilidad en la tienda… Salgo de ahí y es otro mundo”.
“He tenido experiencias paranormales como estar en una habitación con alguien, pegar en la puerta tres veces y no haber nadie; explotarse las bombillas; caerse una moneda al suelo de la nada”, explicaba Luis. Carmen se encontraba entre la curiosidad y el espanto: “Yo me he quedado cuajada, porque yo es que esas cosas… no”.