Esther y Rafa han embarcado en el crucero del amor con la ilusión de enamorarse, pero en el momento que se han cruzado sus miradas, han sentido que no era su día de suerte. Los solteros no se han gustado físicamente y ni la magia del Mediterráneo ha podido librarles de las corazas que se han puesto. Su cita ha sido un constante zasca tras zasca.
Esther vive en Marbella, pero ha pasado mucho tiempo en Londres y en Alaska, lugar en el que conoció a su primer marido. Es una mujer que siempre ha tenido parejas extranjeras y que se ha dedicado toda la vida al sector inmobiliario, pero ha decidido cambiar su vida por completo y se ha tomado un año sabático. Quiero subir el Kilimanjaro y pasar unos meses conviviendo con una tribu africana.
Rafa, el doble del Cordobés “Dicen que me parezco un montón al Cordobés y le he visto y es alucinante, parecemos hermanos”, dirige una ONG en África, pero en el momento que ha escuchado lo de subir el Kilimanjaro, ha tenido claro que él esa aventura la veía por la tele.
Al verse, ninguno de los dos ha sentido la atracción que esperaba sentir. “No la encuentro muy atractiva” y “No es mi prototipo de hombre, me gustan más altos, morenos”, han sido sus primeras impresiones. Impresiones a las que ha sumado un zasca que ha levantado un muro entre ellos muy difícil de derribar. Esther ha pedido un vaso de agua y cuando Rafa le ha pedido un brindis, se lo ha negado “no se puede brindar con agua”.
Durante la cena, Esther ha seguido poniendo ladrillos en el muro que les separaba “No me la hagas, no te la voy a responder si es indiscreta”, mientras que él intentaba ir quitándolos. Cuando Jesús Vázquez les ha preguntado, Rafa ha dicho que muy bien porque tenían muchas cosas en común y ella ha vuelto a cortarle de golpe “y muchas en las que no”.
Antes de tirar la toalla del todo, los solteros han dado un paseo por cubierta, pero el viento ha seguido sin soplar a su favor. Él no subiría al Kilimanjaro y ella tiene claro que si la lleva a una playa se pone mustia “no son mi tipo de vacaciones” y antes de que les hicieran la gran pregunta, han dejado claro que sus caminos se separaban en ese momento.