Si alguien conoce bien a Maradona es Ottavio Bianchi. Fue entrenador y ambos coincidieron en el Nápoles, una de las mejores etapas que se les recuerda al astro argentino. Juntos consiguieron el primer Scudetto en el 87 para el equipo italiano, la Copa de Italia y una Copa de la UEFA.
Los dos llevaron el nombre del Nápoles a lo más alto del fútbol Europeo, pero al parecer no terminaron del todo bien ya que Diego pidió a los dirigentes del club la dimisión del técnico. "Me dolió, pero a pesar de haber pedido mi renuncia tengo un gran afecto por él”, comentaba en una entrevista a 'Infobae'.
Al ser preguntado por cómo era la personalidad de 'El Pelusa', Bianchi ha tenido buenas palabras hacia él y no ha dudado en destacar que es buena persona. "Me quedo con Diego, el hombre que conocí. Un chico maravilloso, pero con presiones mundiales presiones mundialesy eso le hizo la vida difícil. Yo quiero recordarlo como una persona feliz en los entrenamientos, sacando tiros libres. Tuve la suerte de que fue mi jugador en el mejor período de su carrera deportiva, lo que coincidió con su brillante actuación en el Mundial de México 86".
"Cuando yo iba para la Argentina y me enteraba de sus dificultades, enseguida apagaba la tele porque me dolía mucho verlo así. Porque recuerdo que Diego era la felicidad en persona con un balón y me quiero quedar con esa imagen".
Señala que uno de sus mayores problemas era todo lo que generaba su persona y el peso que el llevaba sobre sus hombros. "La presión global "La presión globalque tuvo que aguantar Maradona es imposible de manejar para cualquier persona. También para él".
En cuanto a la relación que tenía con sus compañeros se deshace en halagos y asegura que era muy cercano. "Fue generoso y muy atento a ellos. Diego era grande en las cosas simples, muy disponible con los jóvenes del plantel. Le gustaba mucho cuando hacía debutar a los juveniles".
Por todo es conocido que sus problemas con las drogas y el alcohol hicieron de su vida un auténtico infierno. "Hice todo lo que pude para ayudarlo, pero no lo conseguí. Diego estaba rodeado de gente mala; nadie quería ayudarlo realmente. Ninguno fue capaz de decirle: “No Diego, eso no”. Yo pude hacer solo una pequeña parte. Era imposible convencerlo para que cambiara su estilo de vida. En sus primeras cuatro temporadas en el Napoli no tuvo problemas, pero después cambió mucho. Era difícil decirle a Diego qué hacer fuera del campo, no podía permitirme darle instrucciones".
Ha querido aclarar que, a pesar de estos malos hábitos, él cumplía con los compromisos y las dinámicas del equipo. “No quería entrenar por la mañana porque le gustaba hablar hasta largas horas de la noche. Pero cuando dicen que Diego no se entrenaba era mentira. Era un enamorado del fútbol. El peor castigo que podían darle era dejarlo sin entrenar, eso le molestaba”.