Carlos Sainz, al igual que muchos madridistas, vivió la remontada del Real Madrid ante el Manchester City con una mezcla de incredulidad y alegría. El piloto de Ferrari se enteró en Miami la victoria de su equipo y sus caras lo decían todo: no podía creerse lo que estaba viviendo.
El piloto español vio los primeros minutos del partido pero por culpa de los compromisos publicitarios, tuvo que dejar el encuentro a medio ver. Carlos Sainz se disponía a firmar un Ferrari a un aficionado cuando le llegó la notificación a su móvil del tercer gol de Benzema. El ex de Mclaren no podía creerse lo que acababa de ver en su móvil. Al igual que los aficionados que vieron el partido en el Santiago Bernabéu, a Carlos Sainz también le parecía imposible el milagro del conjunto blanco.
El otro español, el doble campeón mundial asturiano Fernando Alonso (Alpine), no pudo escapar en Imola de la mala suerte que le persigue desde el arranque de campaña; y, después de rodar con buen ritmo durante el fin de semana, tuvo que abandonar tras la séptima vuelta.
En la primera le había tocado suavemente el Haas del alemán Mick Schumacher y, una vez relanzada la carrera tras la retirada del coche de seguridad que había entrado tras el percance de Sainz, perdió un trozo del pontón de su Alpine; engrosando su colección de infortunios en lo que va de curso, con dos retiradas en cuatro carreras y con el exiguo botín de dos puntos que lo sitúan en la decimoquinta plaza del Mundial.
Miami debuta en el Mundial en un circuito urbano construido alrededor del Hard Rock Stadium, en el que juegan de locales los Miami Dolphins, equipo de la NFL, la liga profesional del fútbol americano. Cuya final, la 'SuperBowl', se disputó seis veces en este estadio; que alberga también el torneo Masters 1000 de tenis de esa ciudad: que ganó este año el español Carlos Alcaraz.