'Barcelona 92: el impulso de una ciudad', así es el nombre de la exposición que estará en la Casa SEAT desde el 4 al 25 de junio para conmemorar los Juegos Olímpicos que tuvieron lugar en la ciudad en 1992. Se trata de una exposición interactiva para contar el impacto que tuvieron estas Olimpiadas.
Los JJ.OO. de Barcelona 92, en los que se volcaron la ciudadanía, las autoridades y miles de voluntarios, permitieron transformar el urbanismo de la ciudad, adecuar el acceso al mar, conectar y modernizar barrios hasta entonces periféricos y proyectar al mundo la imagen de la ciudad que era Barcelona y la que quería ser en el futuro.
La intención de la comisaria de la exposición, Claudia Crego, es la de revisitar el momento histórico "sin caer en la nostalgia por lo que ocurrió hace ya 30 años", sino con "una mirada libre y en perspectiva".
Crego quiere mostrar a las nuevas generaciones que no vivieron los JJ.OO. "las inquietudes sociales" que estos visibilizaron y "cómo impulsó la ciudad y la imagen de Barcelona hacia el mundo y hacia sí misma en una época de libertad y posibilidad de expresión pública reciente tras la dictadura".
Como punto de partida en la entrada de la exposición hay un pebetero digitalizado con sensores en el que el visitante puede actuar como si lanzase una flecha con un arco y encenderlo.
A su lado, preside el espacio una escultura de grandes dimensiones que se ha restaurado para la ocasión en la que aparece Cobi, la mascota olímpica de Barcelona'92, subido a un toro; y, sobre la estancia, están colgadas en el techo "las olas" de tela originales que pertenecían a la escenografía de la ceremonia inaugural.
"Barcelona estaba construyendo una imagen nueva y propia para mostrarse al mundo y, por ello, tomó referentes y reinventó sus símbolos y creó otros nuevos con valentía", explica Crego.
Las escenografía, afirma la comisaria, fue un ejemplo de talento y creatividad local en cuanto al teatro y el espectáculo de calle, "una práctica que vivió en esa época una efervescencia tras la dictadura, cuando se recuperó la posibilidad de expresión pública libre".
El visitante entrará por un pequeño túnel en el que se encuentran dos imágenes, una frente a otra, de Pasqual Maragall, alcalde de Barcelona durante los juegos, y el empresario y político barcelonés Juan Antonio Samaranch, que fue presidente del Comité Olímpico Internacional entre 1980 y 2001.
Según Crego, de esta forma la exposición quiere visibilizar la forma en que los JJ.OO. permitieron crear consenso entre personas provenientes de diversos mundos y con ideologías contrarias para mirar hacia el futuro y construir proyectos comunes; "algo de lo que siempre podemos aprender", afirma la comisaria.
El túnel también presenta antorchas utilizadas durante los JJ.OO., litografías, fotografías de las construcción del estadio olímpico y recuerdos de las olimpiadas populares realizadas en Barcelona en 1936, como contraposición a las que organizaba Alemania y a modo de protesta contra el régimen nazi.
La exposición alberga un espacio para ensalzar la figura de las mujeres olímpicas en Barcelona'92, con especial mención y homenaje a Míriam Blasco, "la primera deportista española en ganar una medalla de oro en unos JJ.OO. de verano"; y otro para mostrar "el avance en inclusión y normalización" que supuso que la antorcha la encendiese el deportista paralímpico Antonio Rebollo.
También hay expuesto un SEAT Toledo eléctrico con los anillos olímpicos sobre la carrocería que la organización de los JJ.OO. encargó a la empresa española como vehículo oficial del evento; lo que, según la comisaria, evidencia la inquietud ya existente en la sociedad del momento por la sostenibilidad.
Finalmente, la exposición cuenta con un espacio dedicado a los ciudadanos que se implicaron de forma voluntaria "para construir el proyecto olímpico y de ciudad", con pines, fotografías, cartas, postales, autógrafos, muñecos y todo tipo de objetos donados por entidades como la asociación Voluntaris 2000, que tuvo una gran implicación en la organización de los Barcelona'92.
Con la exposición, explica Crego, se ha buscado mostrar "la emoción y la sensación de festividad colectiva y de libertad" de los JJ.OO., pero también, apunta, las inquietudes de la sociedad de 1992 y establecer un diálogo con las que hay en 2022, como la sostenibilidad, la inclusión o el papel de la mujer en la sociedad, para mostrar que muchas ya estaban entonces y preguntarse si durante este tiempo se ha hecho suficiente.