Rafa Nadal se ha estrenado en Roland Garros con una clara victoria frente a Jordan Thompson. El rey de la tierra batida sólo necesitó tres sets (6-2, 6-2 y 6-2) para derrotar al australiano. Sin embargo, el de Manacor no está del todo satisfecho con el juego que demostró ayer.
A pesar de la victoria, Nadal considera que le falta continuidad, pues al principio del partido empezó con mucha fuerza, pero a medida que pasaban los minutos cree que se fue desinflando. "Tengo que buscar la continuidad y eso significa concentración y sacrificio", aseguró Nadal poco después de dar el primer paso en el camino hacia su decimocuarto título sobre la arcilla de París.
El español se mostró satisfecho por haber ganado en tres sets, pero reconoció lagunas en su juego y cierta incapacidad para imponer el nivel elevado que le ha llevado a las más altas cotas en este torneo. "Ha habido momentos buenos y otros menos buenos", sentenció Nadal, que sabe que el rival, un jugador poco habituado a esta superficie, tampoco le invita a tirar cohetes.
El español comenzó arrollador, con los golpes que han forjado su leyenda, una apisonadora que se colocó 4-1 en menos de media hora y que ya minó al australiano. Pero entonces bajaron las revoluciones de la máquina. "Falta continuidad", subrayó. "Mi fortaleza, aparte de mi movilidad, es que consigo pegarle a la bola fuerte y corriendo poco riesgo, lo que obliga a los otros a correr muchos riesgos para ganarme", analizó Nadal.
Mantener ese esquema durante muchos minutos es más fácil cuando tu juego tiene continuidad, agregó, pero Nadal llega a por su decimocuarto Roland Garros con apenas cinco partidos sobre tierra batida y ningún triunfo. Las lesiones le han perturbado la temporada y el rodaje lo tendrá que tener en los entrenamientos y si sigue avanzando en el torneo.
"Continuidad y sacrificio", repitió, sus líneas maestras en esta edición en la que los ojos están pendientes de su pie izquierdo y el tenista no oculta el dolor, aunque reduce su importancia porque la mayor parte del tiempo le deja jugar a buen nivel.
Su declaración en Roma, donde aseguró que sentir dolor no le permite ser feliz, generó un terremoto entre sus seguidores, pero Nadal recordó que también entonces dijo que estaba confiado en poder estar con opciones en París.
Desde su llegada a la capital francesa, su obsesión ha sido esa, trabajar duro para elevar el nivel, colocarse en situación de poder rivalizar con rivales importantes. Para eso, la medida de Thomson parece quedarse pequeña.
"El camino no es fácil, hay que estar preparado para lo que venga y luchar, sobre todo en los entrenamientos. Tengo que buscar la solución tenística a los problemas que se vayan presentando", dijo.
En esa línea sitúa el partido contra Thomson, uno más en la línea de la mejora, una oportunidad para ver que le falta el toque que marca la diferencia, su legendaria intensidad. "Lo que siempre he hecho, pero que este año tengo que buscar más que nunca", dijo.
Así avanza Nadal en "su" torneo, con cautela por los peligros que acechan, pero con la confianza que siempre tiene en sus opciones y la fe en su trabajo.
Así ha conseguido 106 triunfos en Roland Garros, un torneo donde solo ha perdido tres veces. Así renació en Australia a principios de año cuando todos le daban ya por jubilado y conquistó su vigésimo primer Grand Slam, más que nadie en la historia.
Este lunes, en un ambiente lluvioso en París, pero con la pista central protegida por su techo, sumó su victoria 299 en un grande y, como confiesa, fue una bendición en un tenista de 35 años que pelea con su físico a base de abnegación. "A estas alturas de mi carrera es un regalo estar aquí y poder competir un Roland Garros. Voy a hacer todo lo posible para darme una oportunidad de ganar".