Se cumplen 25 años de un hecho histórico; el Mundial de Rugby ganado por Sudáfrica en el año 1995. Un acontecimiento que tuvo tanta importancia deportiva como política debido a la figura de Nelson Mandela, quien unió su lucha contra el apartheid y el evento deportivo para unir a todo un país, sin importar raza o condición.
Nelson Mandela se pasó 28 años en la cárcel por el Apartheid, el régimen segregacionista que imperaba en su país, Sudáfrica.
El apartheid era un régimen político que otorgaba privilegios a las minorías blancas sudáfricanas, discriminando con ello a la población negra. Fue un conjunto de leyes que establecían un sistema desigual. Se constituyó legalmente en el año 1948, por lo que la población negra en Sudáfrica durante prácticamente medio siglo hasta su abolición completa en 1992, fue discriminada.
La lucha ante el apartheid fue llevada de forma colectiva por la mayoría negra del país, pero fue representada en la figura de Nelson Mandela. Una lucha que inició en la Universidad, estudiando Derecho en Johannesburgo. Ahí comenzó su carrera política. Mandela era hijo de un noble empobrecido de la tribu tembu, y en pleno apogeo de la Segunda Guerra Mundial, se afilió al Congreso Nacional Africano (CNA), un partido que defendía las reivindicaciones de la población negra.
Junto con Oliver Tambo, Walter Sisulu y otros militantes, Mandela fue partícipe de un ala más radical del CNA; combativos a nivel jurídico pero manteniendo los valores de la no violencia. Así, consiguieron llevar su mensaje por todo el país, siendo la fuerza política predominante entre la reprimida población negra.
Pero en los comicios de 1948, que eran exclusivos para los descendientes de europeos, ganó el Partido Nacional, una formación conservadora que había apoyado al nazismo durante la guerra. Sus ideas racistas fueron las bases del Apartheid que mantuvo oprimida a una parte de la población por su color de piel.
Ante el poder blanco, el CNA organizó huelgas y boicots y Mandela era uno de los principales responsables de esta campaña de agitación que defendía el ejercicio pleno de la ciudadanía de Sudáfrica sin importar su color de piel.
Mandela fue llevado a juicio por traición bajo cargos de traición a la patria y el gobierno ilegalizó al CNA. Con el partido ya proscrito y Mandela siendo su líder organizó una guerrilla con la que dejó a un lado su mentalidad pacifista y comandó atentados con bombas durante un año y medio.
Fue acusado de alta traición por la que podía ser acusado a pena de muerte. En el tribunal respondió que quería “Una sociedad libre y democrática; un ideal por el que estoy dispuesto a morir”. Fue sentenciado a cadena perpetua.
Desde la cárcel no cesó su lucha a pesar de que le ofrecieron la excarcelación. Una fuerza mental para conservar sus ideales democráticos. Finalmente, salió de prisión en 1990 después de que numerosas campañas internacionales abogaran por su liberación e intervino en las negociaciones políticas para abolir el apartheid, hecho que tuvo lugar en 1992.
Así, dieron lugar las elecciones generales de 1994, en las que lideró al CNA que triunfó en las urnas y se convirtió, democráticamente, en presidente de Sudáfrica.
Lo acontecido un año después en el Mundial de Sudáfrica de Rugby fue una hazaña de película. Tanto que Clint Eastwood lo llevó a la gran pantalla en Invictus, un filme protagonizado por Matt Damon.
Con Mandela en la presidencia, sus esfuerzos ahora son los de reconciliar al país y que la mayoría negra dejara atrás lo sufrido con el apartheid; la minoría blanca teme, por su parte, un revanchismo del nuevo gobierno.
Mandela usó el rugby como nexo de unión. Los “Springbooks” no están en su mejor momento deportivo; y de hecho, la población negra animaba en los partidos a los rivales por el odio generado de años atrás.
Poco antes de que diera comienzo el mundial en Sudáfrica, Mandela se reúne con el capitán del equipo, François Pieenar, de raza blanca, diciéndole que una victoria en el campeonato uniría e inspiraría a la nación. En ese momento, comparte con el deportista un poema de William Ernest Henley que le sirvió de inspiración durante sus casi treinta años en prisión. El poema se llamaba “Invictus”.
Así, Sudáfrica llegó a plantarse en la final del torneo, en la que se enfrentarían a Nueva Zelanda, la gran favorita con Jonah Lomu como principal estrella. Mandela rompió el protocolo bajando antes del partido a saludar a los jugadores de ambos equipos, con una gorra y con la camiseta de Sudáfrica. Se dice que conocía el carácter introvertido de Lomu y que lo saludó cariñosamente con el objetivo de intimidarlo.
Aunque no eran los favoritos, la selección de Sudáfrica, en la que solamente había un jugador negro –Chester Williams- se convierte en campeona del mundo. Las calles de Sudáfrica se llenaron de alegría y jolgorio, con multitud de personas entrelazadas, blancas y negras, celebrando un triunfo histórico que se recuerda 25 años después y que seguirá presente durante muchos años.