El mundo del deporte tiene diversos daños colaterales en ocasiones. Hay algunas prácticas que, debido al esfuerzo que se realiza sobre diversos músculos o zonas del cuerpo, hace que sean más propicias algunas lesiones. Por eso existe, por ejemplo, el conocido síndrome del “codo de tenista”.
Otra lesión ligada al mundo del deporte es la cintilla iliotibial, más conocida comúnmente como el síndrome del corredor. Se trata de una afección que se produce a causa del roce repetitivo contra los huesos de la rodilla, lo que provoca un dolor punzante e incluso sensación de quemazón en la cara externa de la articulación mientras estamos haciendo running o incluso caminando si ya se sufre de antemano.
El síndrome de la cintilla iliotibial es una lesión frecuente en corredores, tanto en aquellos principiantes que no tienen la preparación física adecuada o incluso por una mala elección del calzado. Y también por aquellos corredores avanzados que sobreentrenan en exceso y provocan que se resienta una de las zonas más delicadas de las piernas.
El síntoma principal el síndrome del corredor es un dolor mecánico en la zona mencionada, que empeora de forma progresiva con la carrera, y que será más intenso cuantos más kilómetros se realicen. La inflamación puede alcanzar un nivel de intensidad que tenga que obligar incluso a detener la carrera. El síntoma principal es el dolor en la parte externa de la carrera. Se puede agravar principalmente al correr cuesta abajo.
Si sufrimos esta lesión al hacer running, la medida principal a tomar es la del reposo del atleta durante un determinado periodo de tiempo, lo que hace que los síntomas desaparezcan. Pero, sin embargo, puede volver a ocurrir al regresar si no se realizan cambios en la preparación.
Esta lesión molesta se debe a la exposición a una carrera continua como el factor de riesgo principal. No es solo una lesión habitual entre corredores de maratón, sino que también puede darse por factores biomecánicos. Una cintilla iliotibial más estrecha o ancha puede hacer que una persona sea más susceptible a esta afección. Así como debilidad en los abductores de la cadera o la tendencia al pie plano –pronación excesiva- puede incrementar el riesgo de esta lesión.
El dolor externo en la rodilla no suele ser provocado por muchas causas, como sí lo es el interno. Por lo que si hacéis deporte y os duele el exterior de la rodilla es probable que padezcáis el síndrome de la cintilla iliotibial. El paciente debe ir a una consulta médica y someterse a una resonancia magnética a determinar la lesión y a descartar otros diagnósticos.
También hay una prueba específica, conocida como la prueba de Ober, en la que se estresa la fascia lata para ver si es capaz de relajarse o permanece en tensión.
Para tratar esta lesión no solamente basta con el reposo; si solamente se descansa puede reincidir. El objetivo es el de reducir el dolor y la inflamación para que, posteriormente, los músculos se acondicionen y no vuelva a pasar al volver a entrenar. El tratamiento conservador, para evitar la cirugía, será efectivo si no hemos estado muchos meses corriendo con dolor.
Entre los cambios a realizar para tratarla, se deben modificar las rutinas, cambiando, por ejemplo, el running por otras actividades de menor impacto, como el ciclismo, la elíptica o la natación. También es aconsejable aplicar hielo dos o tres veces al día, infiltración de corticoides o fisioterapia a manos de profesionales.