El Comité Olímpico Internacional ha decido premiar a 44 refugiados con cualidades deportivas para que puedan competir en los Juegos Olímpicos de París de 2024. Serán deportistas de 12 países distintos y se entrenan en otros dieciséis.
Veintitrés de ellos ya participaron en los Juegos de Río 2016 y/o Tokio 2020. Uno de estos fue el boxeador venezolano Eldric Sella, refugiado en Uruguay y que acudió a Tokio; vuelve a ser becado con miras a la siguiente edición.
Proceden de Afganistán, Camerún, Congo, República Democrática del Congo, Eritrea, Etiopía, Irak, Irán, Sudán del Sur, Sudán, Siria y Venezuela y compiten en atletismo, bádminton, boxeo, piragüismo, ciclismo, judo, karate, tiro, natación, taekwondo, halterofilia y lucha.
Su condición de refugiados ha sido confirmada por la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y los 16 comités olímpicos nacionales que ahora son sus anfitriones son los de Alemania, Australia, Austria, Brasil, Canadá, Estados Unidos, Gran Bretaña, Israel, Jordania, Kenia, Portugal, Países Bajos, Nueva Zelanda, Suiza, Turquía y Uruguay. Nueve son mujeres. Huyeron de Sudán del Sur, Irán, Eritrea y Siria.
Tres de los becados, el jugador de bádminton Aram Mahmoud, el levantador de pesas camerunés Cyrulle Tchatchet y el maratonista eritreo Tesfay Felfele, tienen una beca transitoria pues están en trámites para adquirir en breve la nacionalidad de sus países de acogida.
La de París será la tercera aparición en los Juegos de un Equipo Olímpico de Refugiados, iniciativa creada por el COI antes de Río 2016.
Este equipo y la Fundación que les ayuda fueron recientemente galardonados con el Premio Princesa de Asturias de los Deportes.