Brasil ganó en su segundo jornada del Mundial de Qatar ante Suiza (1-0) y se clasificó para los octavos. El primer pasó sin apenas ocasiones y los suizos supieron contener el empuje que llevaba Vinicius. En el segundo tiempo se abrió algo más con un gol que anularon a los brasileños. Hubo que esperar hasta los instantes finales para ver el único tanto del encuentro que transformó Casemiro en el 83 y con ello certificar el pase a la siguiente ronda
Los brasileños comenzaron muy eléctricos con Vinicius en cabeza, pero pronto se chocaron con el muro suizo. El seleccionador consciente de que el jugador del Madrid iba a llevar todo el peso del ataque, tras la ausencia de Neymar, le puso a dos jugadores para frenarle y lo consiguieron. A pesar de que el jugador lo intentaba no conseguía ganar los duelos.
Brasil echó en falta la figura de Neymar de enlace entre el centro del campo y el ataque. El equipo de Tite tenía el dominio del balón, pero no lo conseguía materializar en ocasiones. Suiza estaba muy bien plantada defensivamente y apenas concedió una ocasión en los primeros 45 minutos en donde Sommer intervino para desbaratar un remate de Vinicius.
Al seleccionador brasileño no le gustó lo que vio en el primer tiempo y metió un cambio en el descanso. Quitó a Paquetá y puso más dinamita arriba con la entrada de Rodrygo. Esto tampoco hizo que el ritmo del partido cambiara por lo que tuvo que volver a cambiar de plan quitando a Fred y metiendo a Bruno Guimaraes.
El partido estaba igualado y se iba a decantar por pequeños detalles. En el 64, Suiza falló en la salida del balón y Brasil montó la contra para que culminara Vinicius, pero el gol no subió al marcador por fuera de juego. Esto hizo que el partido se abriera algo más y que los brasileños llegaran con algo más de claridad. En una de esas llegó el tanto vital para Brasil.
Combinaron Vinicius y Rodrugo y el esférico llegó a las botas de Casemiro que no se lo pensó para reventarla y hacer el 1-0 en el 83. Suiza apenas tuvo capacidad de reacción y los de Tite supieron aguantar la diferencia mínima hasta el final.