Arranca el Mundial de MotoGP en la noche de Losail y lo hace aún sin la presencia de Marc Márquez. El piloto del Repsol Honda se perdió la pasada temporada tras una caída en Jerez, en la primera carrera del año, que se convirtió con el paso de los meses en tres operaciones.
La primera para ‘tocar’ la placa de titanio dañada y la segunda por una pseudoartrosis. En la tercera intervención fue atendido en el Hospital Ruber de Madrid y por fin vio la luz. Márquez ha estado ocho meses sin subirse a la moto, un periodo de tiempo aún más largo para un piloto que no puede pasar una semana sin oler a gasolina.
A sus 28 años, y con ocho títulos mundiales bajo el brazo, Márquez ha aprendido a ser paciente, a escuchar a los profesionales que le rodean, a frenar antes de caerse. Un cambio de ‘valentía’ que ya vimos en las últimas temporadas, incluso en su forma de conducción. El de Cervera dejó atrás rebasar una y otra vez el límite de lo imposible para asegurarse un podio, puntos que valían oro en la lucha por el título.
Esa misma filosofía de precaución e inteligencia es la que asume ahora para volver a la parrilla de salida. Resetearse para volver. Márquez tiene revisión médica el próximo 12 de abril por lo que se perderá con seguridad los Grandes Premios de Catar y Doha. Su objetivo es volver en el Algarve el próximo 18 de abril.
Pero todo dependerá. No hay prisas. Su entorno más cercano ha tenido un papel clave para convencerle de “volver para ganar”. Más vale hacer dos ceros en las dos primeras carreras y volver con más fuerza que nunca en Portugal. Por delante aún le quedarían 17 carreras más Argentina y Texas -aún sin fecha-.
Apuesten por el piloto del Repsol Honda. No hay piloto más peligroso que un Marc Márquez con ganas de reivindicarse. Y tiene muchas.