Lewis Hamilton volvió a nacer en Monza. La lucha por el mundial está más encarnizada que nunca y los dos máximos oponentes no ceden ni un milímetro hasta el punto de jugarse la vida. El británico y Max Verstappen volvieron a protagonizar un duelo histórico como sucedió en Silverstone y si no llega a ser por el halo del coche podríamos haber estado hablando de una noticia peor.
Los acontecimientos se precipitaron a partir de la vuelta 23, cuando Ricciardo se adelantó a todos entrando a boxes. Verstappen trató de responder, pero una mala parada de más de 11 segundos y el adelantamiento de Hamilton a Norris en la Curva Grande -aprovechando la duración de su neumático duro, frente al medio de sus rivales, y que podía retrasar su parada- hicieron que ambos se encontraran en pista en su reincorporación.
Arrancó entonces una lucha por cada centímetro, y en la curva 2 todo saltó por los aires. Verstappen se quedó sin hueco y su coche acabó encima del Mercedes en la grava, con Hamilton salvado por el halo. Se había terminado la carrera para ambos.
El neerlandés echó la culpa al británico de lo que había pasado en la pista en la vuelta 26. “Es desafortunado lo que ha sucedido. Sabíamos que iba a estar ajustado en la curva uno. Estábamos muy cerca en la frenada porque me echó hacia afuera; él siguió yendo a la izquierda para estrangularme él siguió yendo a la izquierda para estrangularmey hacerme ir fuera de pista”, comentó en DAZN tras la carrera.
“Yo solo quería seguir. Tuve que coger la salchicha porque no había espacio y por eso nos hemos tocado”, añadió.
Un Verstappen que fue llamado, junto a Hamilton, a los comisarios para analizar la acción y no descartó que pueda haber una sanción: “Lo hablaremos con los comisarios, le explicaré mi parte y a ver qué sucede”. El holandés contestó con un escueto “sí, por supuesto” a la importancia del halo, sistema de protección de la cabina del piloto, que evitó que su coche cayera sobre la cabeza de Hamilton.