El deporte ha dejado una de las noticias más trágicas de los últimos días. El mar ha sido testigo de la muerte de Jeremy Worthy, kayakista, que subió un vídeo a Facebook mostrando que llevaba mucho tiempo a la deriva y utilizó este medio como una llamada de socorro.
Ese mismo día se había avisado de que no se practicara deporte en el agua por avisos de fuertes vientos en la zona donde se encontraba de Nueva Gales del Sur, a la altura de la ciudad de Batemans Bay, Australia.
Ponía en sus redes sociales que iba a salir y una usuaria le escribía para decirle que tuviera cuidado. A lo que él respondió que el agua “parece tranquila, aunque no lo está. Hay mucho viento y un gran oleaje. Me siento un poco abrumado al entrar. No voy a tener suficiente tiempo para bucear como quería".
Utilizó esta llamada de socorro a través de las redes para que fuera a su rescate. "Sentado aquí pensando, quién quiere ser un tonto avergonzado y llamar a rescate marino. No está muy tranquilo, no está muy calma la situación".
El hombre de 43 años decía que ya no le quedaban fuerzas para remar a contracorriente con su kayak. “Esto es agotador, (la corriente) me empuja a donde no quiero ir. No hay vuelta atrás desde donde salí, eso está demasiado lejos. ¿Continúo o me quedo aquí?”, decía en el vídeo.
Nueve minutos después de que se subiera esta grabación a la red, el equipo de rescate marino salió en su búsqueda, pero solo encontraron al kayak flotando en el agua, según apuntaba 'Daily Mail'.
Empezaba ahí la búsqueda del cuerpo del deportista y lo encontrarían horas más tardes en la zona de Long Beach. Intentaron reanimarle aplicándole la RCP, pero ya era demasiado tarde. No hubo opción a que Jeremy volviera a la vida.
Instantes después de que se conocieron su fallecimiento las redes sociales se llenarían de mensajes de apoyo y ánimo para amigo y familiares. Se deshacían en palabras buenas para el kayakista. “Lo siento mucho amigo, debería haber llamado Marine Rescue cuando te vi luchar mucho con las olas y pensé que podrías lidiar con eso”.
Las muertes a la deriva en el mar o engullidas por él siempre son trágica. Una de las más sonadas o que más impacto ha tenido recientemente es el accidente de avioneta de Emiliano Sala cuyo rastro se perdió en el canal de la Mancha. Viajaba de Cardiff a Nantes para despedirse de sus compañeros porque acababa de fichar por el club inglés.
Al principio hubo esperanzas de encontrarlo con vida, pero días más tardes aparecerían los restos de la aeronave y posteriormente su cuerpo. El que nunca fue hallado fue el del piloto.