El Madrid no pasó del empate ante el Villarreal (0-0). Los de Emery salieron sin complejos al Santiago Bernabéu y dominaron el juego y las ocasiones. Courtois tuvo que aparecer para evitar los goles y los blancos reclamaron un penalti a Nacho de Albiol. Ancelotti metió a Camavinga y el equipo blanco cambió de intensidad, terminó metiendo atrás al submarino amarillo, pero sin apenas poner a prueba los reflejos de Rulli por lo que no se movió el marcador durante los 90 minutos.
De sus derrotas en el Santiago Bernabéu, estadio maldito para Unai Emery, donde tan solo había puntuado en una ocasión en su carrera, aprendió el técnico lecciones que plasmó en un planteamiento que rebajó la eficacia del Real Madrid en su estadio. El Villarreal quiso el balón en un bello duelo táctico, reforzado por la apuesta por centrocampistas puros, con Capoue y Coquelin como escuderos de Dani Parejo, y por una presión mal ejecutada por los hombres de Ancelotti.
El equipo blanco está cómodo desde la verticalidad y con menos posesión que su rival le costó meter la marcha que desequilibra los duelos. Con Rodrygo desaparecido y Vinicius con dificultades para imponerse al marcaje de Juan Foyth. Por las alas buscó el equipo de Emery la debilidad madridista, con Nacho como comodín en la banda izquierda y Fede Valverde en una extraña posición de lateral derecho. Le buscó Danjuma y en sus botas estuvo la primera ocasión de peligro que salvó Courtois con una gran estirada abajo.
El aviso del Villarreal presentaba una primera parte de dureza táctica al líder. Un encuentro difícil de descifrar desde un tiempo reducido en cada posesión, sin el acierto de Vinicius en la precisión en el pase cuando encontró un leve espacio, con Benzema teniendo que disparar desde fuera del área para generar algo y con Asensio buscando el lugar perfecto para desenfundar su zurda en el premio de la titularidad tras su exhibición ante el Mallorca.
La realidad es que el peligro lo puso el equipo de Emery, con el descaro de Yeremy Pino por banda derecha y otro remate salvado por Courtois, a Paco Alcácer. En el atasco, el Real Madrid pidió penalti en una subida de Nacho con decisión hasta que fue derribado por Raúl Albiol. Su equipo no funcionaba y Ancelotti buscó soluciones al descanso. El centro del campo le pedía a gritos refuerzos y apostó por Camavinga, sobrado de personalidad para cambiar la cara del equipo blanco.
Lo consiguió en los minutos de mayor superioridad madridista pero sin inquietar a Rulli. Ningún disparo a puerta hasta el minuto 82. El Villarreal demostró la razón de sus tres goles encajados en siete jornadas. Se defendió con criterio pero le faltó ambición para ir por el partido. Reculó en exceso pese a no sentir apenas agobios.
Los retoques tácticos de Ancelotti le dieron más balón pero su festival goleador no regresó. De once goles en dos partidos a la nada. Los intentos de Vinicius fueron en vano, Benzema no recibió balones y Asensio se diluyó en banda derecha. Recurrió a Hazard, sin éxito.
La primera intervención de Rulli llegaba a ocho minutos del final, a un remate de cabeza de Isco, y Nacho salvaba un resultado peor con velocidad, evitando en el último segundo el mano a mano de Peña ante Courtois. El Villarreal fue el primer equipo que supo desfigurar al equipo de Ancelotti en el Bernabéu.