Si algo pudiera borrar Messi de su carrera como profesional, seguramente serían los últimos meses. Desde que en enero se fuera Valverde, el argentino ha ido dando síntomas de que no estaba cómo ni dentro ni fuera del campo.
Los jugadores se pensaron que, tras la marcha de Ernesto, el relevo sería un excompñero, Xavi Hernández, pero finalmente no fue así y el elegido fue Quique Setién. Este sería el primer escollo que al que se tendría que enfrentar. No le gustaba la elección, ni como gestionaba el vestuario y los entrenamientos. Todo esto se reflejaba en el terreno de juego en donde se produjeron varias imágenes en el que el argentino no atendía a las indicaciones de su entrenador y le rehuía.
En Liga los resultados empezaron a ser malos y el juego peor. No era el Barça de los últimos tiempos y Messi no estaba. Tras el último partido de la competición casera y con el título perdido. El capitán sorprendió a todos diciendo abiertamente que así no iban a ganar nada. Necesitaban un cambio de actitud y ponerle más ganas para poder hacer algo en Champions, pero de poco serviría.
Después de esto se reunía con Setién para limar asperezas y estar todos unidos para hacer un buen papel en la competición europea, pero nada salió bien. Ante el Nápoles consiguieren salvar los muebles dejando de nuevo dudas, pero el Bayern los arrolló con ese antológico 2-8 que pasará a la historia. A partir de aquí se desataba el caos en Can Barça.
Tras este nefasto resultado rodearon cabezas, las primeras la del entrenador y en segundo lugar Abidal el que había sido responsable de la contratación de este y de la planificación deportiva de los últimos tiempos que se ha visto que no ha dado buenos frutos.
Koeman sería el sustituto y con ello llegaba algo de ilusión al barcelonismo, pero no a Messi. Capitán y técnico se reunían para ver si este seguía y para que el holandés le ofreciera un gran proyecto en donde él se sintiera importante y sobre todo en el que creyera. De este encuentro el argentino salió desencantado y nada convencido por lo que empezó a rondar en su cabeza ahora más que nunca su deseo de irse. Tal es así que ya se lo ha comunicado al club.
Si a todo esto le sumas que su máximo aliado en el campo y fuera de él se va a marchar todo se complica, Suárez tiene la puerta de par en par abierta para irse. Messi no cree en Koeman ni en su plan.
El presidente se mostraba en los últimos tiempos muy confiado de que el delantero argentino iba a terminar sus días en el FC Barcelona, pero seguro que ahora no lo tiene tan claro. 'La Pulga' ha mostrado su total desacuerdo con las gestiones que ha hecho Bartomeu. No entiende que en su día dejara marchar a Neymar y que ahora no sea capaz de recuperarlo. Considera que no ha hecho una buena gestión con el club y les ha llevado a tener esos resultados tan catastróficos.
A todo esto, una de las cosas que más enfadó a toda la plantilla fue el caso del 'Barçagate'. Se demostró que el club contrató a empresas para que estas se encargaran de manchar la imagen de futbolistas como Leo Messi o Gerard Piqué a través de las redes sociales.
El tema de los sueldos durante el parón que hubo por la crisis del coronavirus también enfadó y mucho a todos los jugadores. Los cuales estuvieron de acuerdo desde el principio y emitieron un comunicado en donde no entendía porque se ponía a los “jugadores bajo la lupa” cuando ya tenían asumida la decisión.
Todas estas razones y otras muchas que se irán conociendo están llevando a Messi a pensar que lo mejor para él es irse del club que le ha visto triunfar y al que ha dado mucho.