Los últimos años para Lopetegui no han estado llenos de muchas alegrías. Llegó a la Selección Española para llevar a los jugadores de España a lo más alto en el Mundial, pero no pudo acabar el campeonato porque fue destituido. En medio firmó con el Real Madrid y no gustó nada a Rubiales.
A pesar de este traspié estaba ilusionado por el proyecto que comenzaba en el club blanco, pero poco le duraría la alegría porque tras unos meses fue destituido por encadenar varias derrotas y quedó futbolísticamente muy tocado.
Monchi volvía de su etapa en la Roma y el Sevilla decidió apostar por el vasco para dirigir el banquillo. El precedente más reciente del entrenador no era el mejor y las dudas de la afición estaba ahí, pero una vez más el director deportivo acertada.
Tras una buena temporada en el que han conseguido clasificarse para la Champions con su cuarto puesto ha ido ganándose la confianza de los sevillistas.
A medida que iban pasando los encuentros, el equipo hispalense se afianzaba en la competición y metía más miedo a sus rivales postulándose como uno de los favoritos. Julen sin muchas florituras y trabajando en silencio había construido un equipo sólido de los que luchas y pelean por la victoria hasta el final.
Una vez que el árbitro pitó el final, la alegría de todos se desataba, pero los ojos se ponían sobre el gran arquitecto de este proyecto deportivo. El técnico se arrodillaba en el césped con los brazos arriba celebrando el título entre lágrimas. Se abrazaba a su cuerpo técnico que le han ayudado en esta andadura y no podía contener la emoción.
Se abrazaba a todos sus jugadores con las lágrimas en los ojos y con la sonrisa en la cara. Era consciente de la gran gesta que habían conseguido y por todo el sufrimiento que había pasado hasta llegar ahí.
Ha sabido tener a todos sus chicos con la tensión y preparados para cualquier situación que se les presentara, contentar a los que juegan más y los que lo hacen menos y sobre todo construir un equipo con mayúsculas.
El portero titular durante toda la temporada había sido Vaclík, pero después de lesionarse había apostado por Bono, el checo había llegado para la competición, pero no tenía rodaje por lo que decidió apostar por el marroquí y le salió bien porque ha salvado al equipo en más de una ocasión.
A pesar de verse apartado de la titularidad, el portero y el técnico hablaban abrazados y entre risas durante la celebración. Una muestra más de la unión que tiene con sus jugadores. El entrenador no podría borrar su sonrisa ni durante la rueda de prensa ni en la llegada al hotel.