Kylian Mbappé será uno de los grandes focos del partido entre el Paris Saint-Germain y el Real Madrid. Su posible vinculación con el club blanco en la próxima temporada hace que el francés esté en medio de uno de los grandes encuentros del año.
La eliminatoria estrella de los octavos de final tendrá un sabor particular para el jugador de 23 años, el pilar que sostiene al París Saint-Germain de los cataríes, la piedra sobre la que Florentino Pérez quiere edificar su proyecto futuro.
Se dice a menudo que entre Kylian Mbappé y el Real Madrid hay una historia de amor surgida en la infancia, en la admiración de los Zidane, Ronaldo, Figo, Roberto Carlos y, de nuevo, Ronaldo, esta vez el portugués, por quien nunca ha ocultado su adoración.
A la espera de que ese idilio acabe o no en boda, sus trayectorias se cruzarán en una eliminatoria vital para ambos equipos y que, como el propio jugador reconoció, puede influir en la decisión que adopte en su futuro.
Por el momento, Mbappé quiere ser dueño de su tiempo. Vivir el presente. El jugador reconoció que este verano le hubiera gustado cambiar de aires pero toda vez que los cataríes rechazaron la oferta de 180 millones del Madrid, se daría al cien por ciento a su club.
Y lo está haciendo. El joven francés está siendo esta temporada el motor de su equipo, con 21 goles y 18 asistencias, fiel a su compromiso con un club con el que, sin embargo, no quiere renovar.
"Mi decisión no está tomada. El hecho de jugar contra el Madrid cambia muchas cosas", aseguró el pasado día 6, tras la victoria de su equipo contra el Lille. Enigmático y, al tiempo, prudente.
En París pocos dudan de que viven los últimos meses de Mbappé vestido con la camiseta de su equipo. Pero prefieren no mirar de frente esa realidad, conformarse con que, mientras se materializa la pesadilla de perderlo, pueden disfrutar de un jugador excepcional que, además, parece decidido a llevarles a la gloria, a la primera Liga de Campeones del club.
Y el futbolista también sabe que aterrizar en Madrid con esa carta de presentación, la de campeón de Europa de clubes y del mundo de naciones, es la mejor puerta de entrada a un club tan laureado.
Aunque, para ello, tenga de apartar al que parece que será su futuro club de uno de los trofeos que más ansía. Ya habrá tiempo, parece decirse el joven francés, de restañar esa cicatriz.
El destino tiene, a veces, esos caprichos. La historia de amor obliga a hacerse heridas. Mbappé tiene que olvidar su pasión, que nunca ha ocultado, por el Real Madrid, para alimentar su profesionalismo. Y su ambición.
La hoja de ruta parece cumplirse. El jugador, agradecido con el PSG, quería dejar el club esta temporada y que el equipo francés ganara algo por su venta. Pero el dinero no es una prioridad en Catar, que rechazó de nuevo 180 millones del Madrid para guardarlo una temporada más.
El tiempo que se dan para que Mbappé les conduzca a su soñada Liga de Campeones y, quizá, para convencerle de que los amores de juventud no siempre son los mejores.