Se cumple un año de la desaparición de Marta Calvo, la joven desaparecida en noviembre de 2019 en Manuel (Valencia). Su supuesto asesino, Jorge Ignacio P.J., es un narcotraficante de origen colombiano con el que se había citado por Internet. Confesó haberla descuartizado pero dice que fue una muerte accidental. Sus restos no aparecen, pero la Guardia Civil los busca y no solo los suyos. La Fiscalía cree que es responsable de la muerte de, al menos, tres mujeres y de la agresión a otra decena. Todas con el mismo modus operandi: les introducía en los genitales sin su consentimiento grandes dosis de cocaína que podían llega a causar, como en el caso de Marta Calvo, la muerte.
Marisol Burón, la madre de Marta Calvo, dice que no parará hasta que se haga justicia. Cree que si el asesino no confiesa dónde está el cuerpo es porque no quiere y hoy se ha sumado al homenaje que se ha celebrado en Estivella para que no se olvide a la joven.
Jorge Ignasio P.J, de 38 años y origen colombiano, ha vuelto a negarse a decir dónde está el cuerpo de Marta, según cuenta la abogada de la familia de la acusación, Pilar Jové. En los juzgados, donde ha acudido a lo largo de la semana, se negó a declarar. Y, aunque en su día se presentó ante la guardia civil admitiendo ser responsable de la muerte y descuartizamiento de la joven, hoy se desdice de todo aquello y se niega a revelar el paradero de sus restos.
Según su primera declaración a la Guardia Civil, Marta murió a las 17 horas. Minutos después Jorge se montaba en su coche y conduce 8 km para tirar la ropa, el bolso y el móvil de su víctima. Sigue su funesta ruta en tres pueblos distintos donde compra bolsas y guantes, ácido y serruchos. De vuelta a su casa descuartiza el cadáver, y reparte los restos en 9 bolsas.
Al día siguiente se deshace del cuerpo en cubos de basura de varios pueblos en un radio de 13 kilómetros. Se aleja 50 km para deshacerse de los serruchos. Han pasado 24 horas frenéticas, de vuelta al lugar del crimen, comienza a limpiar, una tarea que según los indicios termina con su madre.
Al volver esta a Palma se lleva ropa, la tablet y el rúter del presunto asesino, su hijo, y allí se lo requisa como prueba la Guardia Civil. El coche donde ha trasladado los restos se lo entrega a un amigo cuando se cierra sobre él el cerco policial.
La Guardia Civil tiene abiertas varias líneas de investigación: busca ADN de la joven, de 25 años, en su vehículo tras no hallar ningún rastro de ella en el vertedero de Dos Aguas; y examina su Ipad.