El Papa ha presidido el Vía Crucis en Roma desde un palco habilitado en el Monte Palatino, justo delante del Coliseo, un sugestivo escenario símbolo de los primeros mártires cristianos arrojados a las fieras, y después de dos años de parón por la pandemia.
Las familias han sido las protagonistas este Viernes Santo que se han pasado la Cruz hasta llegar al Papa, que al final pronuncia una oración. La guerra en Ucrania ha estado muy presente pero en forma de polémica. Dos mujeres, una de Ucrania y otra de Rusia, han llevado la Cruz durante la treceava estación que recuerda las últimas horas terrenales de Jesús.
El embajador ucraniano ante la Santa Sede, Andrei Yurash, ya incidió en "las dificultades" y "las posibles consecuencias" de este gesto.
En un mensaje en su cuenta oficial de Twitter, Yurash manifestó que entiende y comparte "la preocupación general" que ha generado en Ucrania y en muchas otras comunidades la idea "de poner juntas a mujeres ucranianas y rusas llevando la Cruz durante el Viernes Santo del Coliseo". "Ahora trabajamos en la cuestión, intentado explicar las dificultades de su realización y las posibles consecuencias", agregó.
Por su parte, el nuncio Apostólico en Ucrania, el arzobispo Visvaldas Kulbokas, en un comentario a la revista católica Credo, señaló que él no hubiera organizado la oración de esta manera: "La reconciliación debe llegar cuando se detenga la agresión. Cuando los ucranianos sean capaces no sólo de salvar sus vidas, sino también su libertad. Y, por supuesto, sabemos que la reconciliación se produce cuando el agresor admite su culpa y se disculpa", explicó.
En la misma línea, el arzobispo greco católico de Ucrania, Sviatoslav Shevchuk, lo considera una "idea inoportuna" y "ambigua". "Los textos y los gestos de la estación XIII de este Vía Crucis son incomprensibles y hasta ofensivos", remarcó.
Este Vía Crucis también es el más numeroso que jamás se haya organizado en el Coliseo, con 74 personas, divididas en 14 familias, que llevarán la Cruz de estación en estación.