Este 2021 es el año compostelano porque el 25 de julio, fecha de la muerte del apóstol, coincide en domingo. Si bien, todos los peregrinos se fijan en el busto del santo, que no podrán abrazar por las restricciones del covid, nosotros nos hemos fijado en lo que pocas veces se presta atención: en el sarcófago donde supuestamente están sus restos.
Allí hemos estado para preguntarnos si son verdaderamente los suyos. Lo hacemos junto al antiguo deán de la catedral, Segundo Pérez, y el escritor Jesús Bastante que acaba de publicar una investigación novelada sobre los pasos de Santiago en España. La obra “Santiago en el fin del mundo (El primer camino del apóstol)” (Ed. Esfera de los libros). Como señala Jesús “la presencia de Santiago apenas está documentada. Sin embargo, existen pocas dudas de su existencia. Al menos, las mismas que sobre la misma existencia de Cristo“. La novela narra el paso del apóstol en la Hispania, siglo I, año 41 de nuestra era.
Santiago murió en Jerusalén en el año 44. Según cuenta la leyenda sus discípulos llevaron sus restos hasta lo que entonces era el fin del mundo. Los descubrió ya el año 813 un ermitaño, que se llamaba Pelayo que vio unas luces. Por eso el nombre de Compostela del latín 'campus stelae' (campo de estrella). A partir de ahí se originó un fenómeno de peregrinación que como señala Jesús Bastante solo es comparable al de La Meca.
Si bien la novela de Jesús no habla de los restos, algo que deja para una siguiente, si apunta a que “nunca se han examinado con las tecnologías actuales. La última fue en el siglo XIX que dictaminó que sí eran. Pero además de los medios de entonces lo hizo con un hueso de mandíbula que está en Italia y no en Compostela. Parece que hubo otra en los años 90 pero no ha trascendido. Creo que lo adecuado es que la Iglesia permitiera su análisis. Si son de Santiago: fenomenal. Si no son: no pasaría nada porque la gente seguirá viniendo”.
En ese sentido, coincide con Segundo que apunta a que da igual de quien sean los restos: “Lo importante es la devoción que ha generado el camino de Santiago”. Esto si que es un hecho contrastado, ya que los peregrinos a los que preguntamos coinciden en señalar tras haber andado cientos de kilómetros llegar a la catedral “es algo que no se puede explicar”