Pasamos la pandemia del coronavirus pero seguimos con otra silenciosa que, de alguna forma, en el último año ha afectado a más de la mitad de los españoles: el estrés. La OMS lo considera como la epidemia del Siglo XXI y en España el 64% de los trabajadores que asegura que en el último año ha sufrido algún episodio de ansiedad (Fuente. RR.HH Hays). Sin embargo, el gran problema es cuando se vuelve persistente, se nos mete cada día en nuestra vida.
En el video escuchamos los testimonios de los emprendedores Carlota Mateos y Diego Ballesteros sobre cómo el estrés sostenido en el tiempo les provocó daños físicos y después le llevó a una depresión. Tanto es así, que Diego creo la asociación ANCLA (https://ancla.life/) para los empresarios que empiezan y que se ven sometidos a una gran ansiedad. Se estima que unos tres millones de españoles sufren estrés persistente.
Pese a lo que comúnmente se cree sus efectos no son una sensación psicológica subjetiva sino que se traducen en daños celulares. Son muchos los estudios que hay al respecto como por ejemplo los de la Nobel Elizabeth Blackburn que concluyó que las personas con altos niveles de ansiedad envejecen 10 años más que el resto.
De hecho, en el reportaje Guillermo López, catedrático de Biología Universidad Pablo de Olavide, nos muestra células de la piel de una persona afectada por estrés crónico y otra que no las tiene. En las imágenes se percibe nítidamente el daño que produce el estrés crónico a las mitocondrias que rodean el núcleo de la célula.
El estrés provoca que el cerebro ordene segregar hormonas como el cortisol o la adrenalina para darnos una explosión energía extra y así escapar del peligro, el problema es cuando esos picos de tensión fisiológica no se disipan. De hecho, Julio de la Torre profesor de la escuela de enfermería del Campus Ciencias de la Salud San Juan de Dios nos enseña un sistema objetivo para detectar el estrés que soportamos.