El ejercito ucraniano cuenta con la ayuda, entre otros, de los ultranacionalistas del Batallón de Azov, un grupo de origen filonazi que se ha convertido en el foco de la propaganda rusa para justificar la invasión.
El Batallón de Azov es un grupo paramilitar que está defendiendo a capa y espada la ciudad ucraniana de Mariúpol. Son tremendamente violentos, milicias no controladas por el gobierno y con una ideología tradicional y ultranacionalista. Su emblema recuerda a otros de la Alemania nazi.
Además de su lucha cuerpo a cuerpo contra el ejército ruso, se están encargando de entrenar a la población civil en el manejo de armas. Se calculan que pueden ser unos mil miembros a los que ya se han sumado voluntarios de extrema derecha de otros países como Croacia.
Este grupo está liderado por Denis Projipenko, exlíder de los ultras del Dínamo de Kiev, y por cuyo cuerpo ya se ha puesto precio. El presidente checheno ofrece medio millón de dólares por él, vivo o muerto.
No es casualidad que Rusia se haya recreado en la devastación de Mariúpol, donde surgieron hace 8 años. Se radicalidad supone una moneda de dos caras para el gobierno de Zelenski: por un lado, apoyan al gobierno y por otro, le crean muchos problemas desde el punto de vista político.