Así lo dictamina una nueva orden. El objetivo, evitar que los jóvenes se droguen con el gas que contienen esos botes de nata en su interior para la correcta conservación del producto.
Se trata de óxido de nitrógeno o, como se le llama comúnmente, gas de la risa. El ayuntamiento ha recibido el aviso de que los jóvenes habían encontrado la manera de poder esnifarlo.
Basta con poner el spray en vertical y presionar. De esta forma la nata no sale expulsada pero sí lo hace el gas. Sus efectos son inmediatos: “Es como si se te subiese una borrachera de golpe”, comentan.
Su consumo puede causar paranoias: “Provoca alteraciones de la consciencia y un estado de euforia que no corresponden con la realidad“, nos explica la doctora María José López-Pedraza.