Son más de 500 los pueblos abandonados, aunque no olvidados, bajo las aguas de pantanos y embalses españoles. El plan hidráulico llevado a cabo por el Gobierno de Francisco Franco a mediados del siglo XX provocó que las localidades que se encontraban en medio de aquellos proyectos fueran anegados por completo.
Pueblos que en otro tiempo estuvieron llenos de vida y que aún hoy conservan parte de su arquitectura bajo las aguas de algunos de los pantanos de nuestro país. Es la España que duerme el sueño del olvido, bajo el agua permanecen las ruinas, las emociones de los que allí vivieron.
El eco de la España sumergida ha permanecido callado mucho tiempo, un tiempo en el que los herederos de aquellas tierras no han logrado olvidar lo que se produjo ante la construcción de pantanos y embalses. El gran Paco Acedo ha sido el encargado de sumergirse en las ruinas tangibles y también en las que no se tocan de aquellas localidades que quedaron anegadas.
El explorador ha explicado en la nave del misterio que estuvo buceando en estos pantanos solo y que le impresionó tremendamente la sensación mental de abandono: “El pantano no es un lugar amable, si allí te ocurre algo nadie podrá saber dónde está, la mente te puede traicionar y llevar al pánico”.
Sin embargo, y pese a la dificultad de su expedición, Paco disfrutó tremendamente de algo que solo de imaginarlo pone los pelos de punta: el hecho de adentrarse por las calles de un pueblo muerto y callado bajo el agua.
Tal y como explica Javier Pérez Campos, tenemos en la psique la idea de que el mundo de los vivos está en la superficie y que el de los muertos se encuentra más allá del agua. Estos pueblos, ahora sepultados, fueron lugares en los que las familias vivían, desarrollaban sus tareas más cotidianas y creaban a fin y al cabo historias.
Estas historias no han sido olvidadas por aquellos que vivieron allí y aún siguen vivos y por sus descendientes. Cuando se organizó el plan hidráulico que construyó embalses y presas de mediados del siglo XX, fueron muchos los habitantes que se negaron a abandonar sus casas.
Cuenta la historia que en cada uno de estos pueblos existen historias de personas que rechazaron irse de sus localidades y murieron ahogados cuando se abrieron las compuertas de las presas. Es el caso de una señora anciana, solitaria y viuda, que habitaba en Sant Romà de Sau, en Barcelona, y que, tras negarse a abandonar su hogar murió ahogada.
Según la leyenda, el fantasma de esta mujer se aparece en el lugar y camina por el pantano atemorizando a los que se atreven a adentrarse en sus aguas.