Los pueblos abandonados generan suelen generar un gran interés. ¿Por qué se marcharon todos sus habitantes? ¿Cuál es la razón de que rezume misterio en cada rincón? ¿Qué ocurre en sus calles silenciosas cuando cae la noche? Y es que no son pocas las leyendas que les envuelven. Desde maldiciones, hasta apariciones y todo tipo de fenómenos paranormales protagonizan las historias que surgen a raíz de haber sido abandonados. Y esto es precisamente lo que ocurre en la localidad catalana de La Mussara.
Situado en la provincia de Tarragona, a apenas dos horas de Barcelona, este pueblo se eleva a casi mil metros sobre el nivel del mar en el término municipal de Vilaplana y se ha ganado con creces la reputación de pueblo maldito en el que se producen fenómenos paranormales.
Para que un pueblo abandonado sea especialmente tétrico no solo basta con que haya una truculenta historia tras de sí, como es el caso de Belchite, sino que el ambiente también ha de ayudar. Y en el caso de La Mussara este elemento lo aporta la niebla. Este fenómeno atmosférico suele repetirse asiduamente en la zona, y claro está, la niebla es sinónimo de misterio. No pocas veces ha sido protagonista de desapariciones –o apariciones repentinas– a lo largo de la historia.
En La Mussara, por lo tanto, es protagonista de excepción e incluso se ha llegado a afirmar que cuando cae sobre las calles del pueblo abandonado se abre un portal a otra dimensión del que no se puede volver. No en vano, quienes lo han visitado cuando la visibilidad es escasa, aseguran haber escuchado el tañido de las campanas de la Iglesia de San Salvador, todo un símbolo de una villa que otrora fue señorial.
Si a eso le unimos que se han percibido psicofonías y que hay quien asegura haber visto las figuras fantasmagóricas de monjes caminando, el resultado es que La Mussara es considerado uno de los pueblos más terroríficos de España. Este hecho ahuyenta a la mayor parte de los visitantes, pero atrae a los amantes de lo desconocido.
Los pueblos no suelen quedar abandonados de la noche a la mañana salvo por un hecho trágico o alguna catástrofe, sino que van perdiendo población poco a poco. Esta pérdida paulatina provoca que la razón de la emigración se vaya diluyendo en el tiempo, de manera que en ocasiones se llegue a desconocer el motivo real. Eso alimenta aún más la leyenda.
En el caso de La Mussara se habla de epidemias, de escasez de agua e incluso de la presencia de una banda de bandoleros que asolaba la región. No obstante, lo más probable es que la filoxera que asoló el campo en la década de los 50 azotara con fuerza la región y, por lo tanto, provocara el éxodo masivo del pueblo en busca de una opción para ganarse la vida. A partir de ahí, el abandono, la niebla y algunos sucesos inexplicables abonaron el misterio que se cierne sobre la localidad.
Y fue precisamente en 1991 cuando se produjo uno de esos sucesos que dio mucho de qué hablar. Cuatro amigos salieron a recoger setas por la zona, pero uno de ellos, llamado Enrique Martínez, nunca volvió al punto de encuentro. Solo encontraron el cesto que llevaba totalmente vacío. Había desaparecido en la niebla. Los tres compañeros denunciaron la desaparición y la Guardia Civil entró en escena. Realizaron batidas y buscaron con ahínco pero Enrique no apareció.
Insatisfechos con el resultado, los amigos volvieron después de unos meses para encontrar alguna pista sobre la extraña desaparición. Sin embargo, solo se toparon con las citadas figuras de monjes recorriendo el pueblo bajo la niebla. Por supuesto, no encontraron a Enrique, que desapareció para siempre. Los más escépticos pensarán que se marchó o que tuvo algún accidente y no lo encontraron, pero muchos otros considerarán que fue la niebla maldita la que lo transportó a otra dimensión de la que ya nunca volverá.