La nueva temporada de ‘Volando voy’ es muy especial para Jesús Calleja. Tras el confinamiento, el aventurero volvió a salir a los pueblos de España para darles un empujón en un periodo tan difícil. “Es la temporada que he rodado con más ilusión en mi vida”, ha contado en la rueda de prensa virtual de presentación de la temporada. La intención del programa y del propio Calleja es “hacer un alegato a la gente de los pueblos que tienen un futuro, pero que estábamos olvidando”.
La pandemia y la nueva normalidad han obligado a todo el equipo a trabajar con importantes medidas de seguridad. Calleja nos las detalla: “Fuimos en autocaravanas, no fuimos a casa, teníamos una ambulancia con dos enfermeras y un médico, teníamos test,… No hay ni un solo invitado al que no se le hiciera el test”, explica. Por eso no llevan mascarilla. “Más control sanitario que el que tuvimos no puede existir. Hemos rodado por toda España tres meses y ni un problema, hemos ido en una burbuja hipersegura”, ha contado Calleja.
También ha habido que hacer cambios en el propio formato del programa. Por ejemplo, la tradicional ‘verbena’ en la plaza del pueblo ha tenido que ser sustituida por una reunión mucho más pequeña. Aunque la imaginación y la tecnología han permitido que los vecinos desde sus casas (instalando repetidores) hayan podido disfrutar del acto en directo.
Calleja está muy satisfecho con el resultado del programa y con todo lo que han podido ayudar a los pueblos. “Hemos montado negocios, muchos que existieron en el pasado y que se podían reabrir con un nuevo enfoque”, ha explicado.
“Tenemos una plenitud de haber hecho algo tan bueno por la gente… De encontrar la fórmula con la que hemos ayudado a esos pueblos”, dice Calleja. Para él, la ayuda no solo es reabrir negocios o conseguir que familias se muden al ámbito rural, sino también la visibilidad que se les da y el hecho de que la gente que en estos tiempos de pandemia se esté pensando si mudarse al campo se anime a dar el paso.