Elden Ring es un reto, un reto al que hay que adaptarse, sobreponerse y aprender...o cooperar. Si, Elden Ring al igual que todos los 'soulslike' es un juego cooperativo, aunque sea un aspecto que queda relegado a un segundo plano. Es completamente posible, igual de satisfactorio e incluso más entretenido, jugar a estos títulos siendo ayudado por conocidos y desconocidos. Esto también abre la puerta al otro aspecto de los títulos, el multijugador competitivo, en el que podemos encontrar de todo, algunas cosas muy malas también pero que es parte del reto.
A lo que vamos, Elden Ring ha elevado la categoría de dificultad de los Soulslike hasta la fecha, pero también nos ha dado más herramientas para que nunca para sobrellevarlo. Esto se nota sobre todo en su tramo final, las últimas horas donde vemos el final pero dónde se suceden jefazo gordo tras jefazo gordo, culminando en un combate final muy peculiar con pocas debilidades y que nos añade una presión adicional al cambiar por completo de rango en medio de la pelea. Pero no estamos aquí para hablar del final en si, queremos hablar de otro jefe, más escondido pero igual o más importante para el Lore de Elden Ring y completar algunas de las más extensas misiones secundarias.
Hablamos de un jefe que si no os suena, os sonará cuando la encontréis. Malenia, la espada de Miquella. Para muchos el jefe más difícil de todos los Soulslike. para la gran mayoría un reto casi imposible de pasar sin ayuda de invocaciones o algún amigo. Aquí entra Let Me Solo Her, un jugador que es la síntesis de lo que From Software siempre ha buscado en sus juegos, el héroe que necesitamos y no nos merecemos. Un jugador que ha matado a Malenia cientos de veces, que ha dominado la pelea tan a fondo que ahora se dedica a ayudar a todo el que lo requiera. Una proeza que realiza desnudo, con un tarro en la cabeza y con dos katanas. Incluso llega a más, recordemos que al ser invocado en la partida de otro jugador la vida de los enemigos se reajusta para equilibrar algo el daño extra, por lo que Malenia se vuelve un combate mucho más duro de lo que ya es.
Let Me Solo Her es el cenit de lo que Miyazaki ha buscado realizar con su multijugador tan propio. Lograr que una persona quede tan fascinada por una pelea que no le importe gastar tiempo en aprender todo sobre el jefe, llegar a dominarlo hasta el punto de ir sin armadura y sin ningún método más allá de supervivencia que sus reflejos y unas esquivas casi perfectas y la ayuda de dos katanas con congelación y hemorragia, que un poquito fuertes si que están. Y por encima de todo ayudar a la comunidad contra un jefe que ha dado más dolores de cabeza que un camarero en fin de año.
Para que este tipo de cosas se den en un videojuego requieren de cierta preparación y sin duda suelen cerrarse a un círculo de amigos más que a repartir ayuda a diestro y siniestro. El sistema ideado por From Software es único por permitir este tipo de hechos. Y eso me lleva a lo último en este texto, Futurama. Si recordáis uno de los capítulos de esta mitiquisima serie de dibujos, obra de Matt Groening, se centra en Bender y su odisea por el espacio. En ese capítulo nuestro querido robot se convierte en un Dios para unos seres que se estrellan contra su cuerpo mientras flota a la deriva por el susodicho espacio. Después de lograr que sus seguidores y detractores se aniquilen con bombas nucleares, Bender aprende la lección final, la cual se centra en la idea de que si Dios quiere ayudar debe hacerlo de manera en que no se note, debe poner los medios para que los que dependen de él logren superar sus problemas sin recibir ayuda del ser todopoderoso directamente.
From Software no hace juegos fáciles, pero sin duda pone los medios para superar sus retos, solo hace falta pedir ayuda y que alguien la proporcione.