Ya se han escrito ríos de tinta sobre Death Stranding y muchos ya lo estaréis jugando. Muchos medios internacionales lo han encumbrado con notas estratosféricas, tildándolo de obra maestra. Pero otros medios muy prestigiosos lo han hundido, calificándolo de mediocre y hasta de tomadura de pelo. Es un videojuego que se mueve entre la ‘rareza máxima de su excéntrico creador’ y ‘una obra tremendamente original que rompe moldes y redefine el videojuego’. Nada de opiniones que se queden a medias de estos dos extremos. Nosotros, tras un buen puñado de horas en la aventura, vamos a contar qué nos ha parecido lo nuevo de Hideo Kojima.
Como sabéis, Death Stranding es la primera obra de Hideo Kojima fuera de Konami, tras la extensa saga de Metal Gear y el intento de crear un nuevo Silent Hill, que tuvo como precuela esa maravillosa demo técnica denominada P.T. Tras salir de Konami y montar su propio estudio, Kojima Productions, el famoso creador japonés se puso manos a la obra para dar forma a Death Stranding, con el apoyo de Sony Playstation y la ayuda de una buena parte del equipo que iba a acompañarle en la aventura frustrada de Silent Hill.
Antes de hablar de su jugabilidad y su peculiar propuesta como videojuego, tenemos que decir que Death Stranding es una gran producción, a la altura de las expectativas creadas por el nombre de su creador y la ‘máquina de crear hype’ que Sony ha alimentado estos últimos años. El nivel de producción es sobresaliente: sus gráficos, su monumental banda sonora, sus increíbles cinemáticas, el elenco de actores que han dado vida a sus protagonistas, los diálogos, el impresionante doblaje al castellano de los actores españoles, su diseño y su guion. Creo que nadie puede poner en duda esto.
Por supuesto, estamos ante una historia escrita por Kojima y, como pasaba en los Metal Gear, es una historia difícil de asimilar y entender, de primeras. Aunque a medida que buceamos en el juego va cobrando sentido y, tenemos que decir, adquiere unos giros y un interés también in crescendo, configurando un guion de ciencia ficción y terror tan peculiar que, podemos decir, no has visto nada ni parecido en ningún juego, película o serie de televisión.
Estamos en unos Estados Unidos futuristas y post-apocalípticos, una nación devastada, diezmada y con pequeñas poblaciones de humanos desconectadas entre sí. Unos extraños ataques terroristas llevaron a esta situación, en la que los muertos han invadido el mundo de los vivos. Los humanos se esconden en las bases subterráneas porque en la superficie acechan los EVs (entes varados) que son espíritus que se llevan a los vivos si los detectan. Estos EV’s aparecen junto al ‘declive’, una lluvia que corrompe todo lo que toca (en realidad, acelera el paso del tiempo en todo aquello que moja).
Con este panorama tan terrorífico conocemos al protagonista de Death Stranding, Sam (interpretado por Norman Reedus), el mejor de los porteadores, una profesión fundamental pero la más peligrosa en estos tiempos. Sam es el mejor porque se trata de un renegado, uno de los pocos que ha regresado de la muerte (y que puede hacerlo cada vez que cae). Precisamente por esto dispone del llamado DOOM, una habildiad que le permite detectar mejor a los EV, y así poder evitarlos.
Sam recibe el encargo de la mismísima presidenta de los Estados Unidos (o lo que queda de ellos) de conectar las diferentes ciudades y bases del país a través de una red de conexión (la red quiral) que permitirá que la nación vuelva a estar unida y pueda hacer frente a los EV’s, el declive y el Death Stranding. Para ello, Sam tendrá que ‘echarse al campo’ y recorrer enormes distancias, esquivando peligros sobrenaturales y humanos, y conectar las diferentes localizaciones (y ya que está traer y llevar paquetes, mercancías y demás trabajos de cartero entre las diferentes comunidades y bases).
Además, la compleja historia pone en el final del viaje, en la costa oeste, el objetivo de salvar a Amelie (Lidsay Wagner), la hija de la presidenta, secuestrada por un peligroso grupo terrorista que pretende impedir la reunificación y que está potenciando el declive. Este grupo de terroristas está liderado por el misterioso Higgs (interpretado por Troy Baker). Ya sabéis que Sam irá acompañado de un BB (que viene a ser un feto conectado que le ayuda a detectar mejor a los EV’s y recibirá la ayuda de aliados que le dan más sabor al a compleja historia: como Deadman (Guillermo del Toro), Fragile (Léa Seydoux), Mama (Margaret Qualley), Heartman (Nicolas Winding Renf) o Die-Hardman (Tommie Earl Jenkins).
Y no voy a contar nada más porque lo mejor de Death Stranding es descubrir su historia poco a poco y sin spoiler. Haceros un favor y no veías gameplays que os desvelen la historia. Hay que descubrirla por uno mismo. Y así, alucinar un poco con todo lo que Kojima es capaz de crear.
Con esta compleja historia de fondo tenemos que comenzar a recorrer los yermos parajes de la América devastada comenzando por pequeños encargos de envío de materiales entre bases. Así, comenzaremos a conocer cómo funciona el corazón de la jugabilidad de este título. Sam puede llegar a cargar una buena cantidad de kilos de carga sobre su cuerpo, pero esto hará que vaya más despacio, que sea complicado sortear obstáculos y saber gestionar todas estas variables será lo que más tiempo nos lleve en Death Stranding.
El juego se ramifica de manera exponencial y nos permite elegir, con esta modalidad de sandbox, qué viajes hacemos, qué cargas y encargos nos interesa llevar a cabo, cómo gestionar esa carga. Al final estamos ante un juego que, básicamente, nos lleva a ‘hacer de carteros’, pero de una manera tan peligrosa y con un contexto narrativo tan interesante, que no nos importará.
Es verdad que hay momentos de tensión, de sigilo cuando tenemos que impedir que nos detecten los EV’s y también de combate y disparos, pero la mayor parte del tiempo la invertiremos en viajar, preocupados por la integridad de nuestra carga. Podemos aceptar encargos principales, los que harán avanzar la historia cuando los cumplamos, y otros muchos encargos secundarios, que nos proporcionarán recompensas, nuevas narrativas, nuevos materiales, etc. Ser capaces de aprovechar los viajes para transportar más carga, ya sea sobre nuestro cuerpo o sobre los escasos vehículos que podremos usar, será la principal de nuestras preocupaciones. Esa, y esquivar el declive y los terroríficos EV’s.
Y ahora viene la pregunta del millón: un juego que, básicamente, es un ‘simulador de Correos futurista y sobrenatural’ ¿puede engancharme? Pues supongo que esto irá en gustos, pero el que firma este análisis tiene que decir que sí. Que resulta extrañamente adictivo. Durante mis largas horas con Death Stranding he querido volver a jugar, una y otra vez. Necesitaba volver a los páramos paisajes a cumplir encargos, conseguir llevar la mayor carga posible, en el menor tiempo y entregarla en las mejores condiciones, para conseguir la calificación de cinco estrellas en cada misión.
La historia y la ambientación es tan buena que Kojima ha conseguido que repita el gameplay una y otra vez, para conseguir descubrir nuevas localizaciones, para conseguir terminar aquellos encargos, para conseguir construir un nuevo puente que me facilite la vida cuando vuelva a pasar por este trozo de mapa, para encontrar mercancías perdidas por otros jugadores y sacar partido de ellas, para conseguir marcar los lugares con declive donde esquivara los peligros EV’s… y así, tras horas y horas haciendo estas tareas aparentemente tan prosaicas, Sam va consiguiendo completar la red quiral, consigue llegar a duras penas hasta el oeste, la historia va tomando forma y te acercas a un tramo final del juego que resulta épico y apoteósico.
Es cierto que el juego tarda en arrancar, tanto en su historia (completamente incomprensible al principio) como en su jugabilidad. Pero una vez metidos en harina, la cosa se va poniendo profunda, con capas y capas de opciones, posibilidades distintas, retos, un mapa enorme por explorar y algunos momentos de acción que merecen la pena. A mí me ha enganchado de una manera que no llego a comprender del todo, pero también entiendo a toda esa gente que no le encuentra argumentos para engancharse, que le parece soso y repetitivo y que prefieren una propuesta más convencional.
Eso sí, hay que decir que la cosa se complica a partir del capítulo 4 del juego y habrá mucho más que hacer, además de seguir con el reparto y la conexión de la red quiral. Aquí los combates contra algunos jefes finales EV’s comienzan a merecer mucho la pena, al igual que contra otros humanos (los Mulas o los terroristas). Hasta unas 40 horas puede llevarnos completar esta epopeya que va mejorando con el tiempo, como el buen vino.
Death Stranding es un juego muy especial, que hace cosas que nunca habíamos visto y que, ante una apariencia muy simple, encierra infinidad de cosas que hacer y disfrutar en este mundo futurista tan especial. Técnicamente es una obra de arte cuidada al extremo y añade una peculiar capa de juego online en la que no nos cruzaremos cono otros jugadores, pero si con sus señales, cargas perdidas, ayudas y construcciones, lo cual resulta muy original. Es cierto que habrá jugadores uqe no le encuentren la gracia, pero si tienes la suerte de ser uno de los que se enganchan, puede que sea uno de los juegos que no olvides en las próximas décadas. Kojima lo ha vuelto a hacer.