Blizzard anunció Diablo Immortal hace unos cuantos años, en la Blizzcon 2018, un juego para móviles que tenía que servir de 'metadona' para los 'yonquis' de matar demonios en Santuario hasta la llegada del próximo gran 'chute', Diablo IV. El juego ya está aquí, además con su lanzamiento compatible para PC como parte del tratamiento de desintoxicación, y ya podemos decir que el placebo ha cumplido con su función. Y encima gratis. A la primera dosis siempre invita la casa.
Diablo Immortal nos ha vuelto a dar lo que queríamos: una nueva historia en el mundo de Santuario, encima situada en el tiempo entre Diablo II y Diablo III, esos entornos oscuros y localizaciones siniestras, repletas de monstruos de todo tipo y demonios cada vez más poderosos y sedientos de sangre; tenemos habilidades alucinantes para cada clase, que despliegan todo tipo de efectos brillantes y excesivos en pantalla, haciendo caer los puntos de vida de los enemigos de manera lenta pero constante; la voz ronca de Deckard Cain contándonos movidas chungas de las esquirlas de la Piedra del Mundo; y esos sonidos adictivos que tintinean cuando recogemos un puñado de oro o un objeto raro o legendario para engordar nuestro rebosante inventario; el botín es eterno e inagotable y podemos mejorarlo hasta el infinito.... o, al menos, acumular mucho, una y otra vez, todo el rato.
Diablo siempre fue así, y puso su puntito de adicción sana en la lucha constante por mejorar nuestro equipo, por crear al héroe más legendario, único y poderoso del juego. Pero Diablo siempre fue un juego que tenía un precio de venta, una monetización tradicional. Diablo Immortal es un juego gratuito, que requiere de micropagos para financiarse. Pero, hay maneras y maneras y las hemos visto de todos los coleres en este tipo de juegos. La elección de Diablo Immortal ya es muy polémica, y es que la elección por el 'pay to win' no suele ser muy popular.
Las primeras horas con Diablo Immortal son plenamente satisfactorias, el juego te sumerge en la historia con su habitual tono y tu héroe avanza rápido recogiendo fabulosas piezas de equipo para ir progresando con facilidad. Siempre hay un botín jugoso, siempre eliminamos a algún enemigo que nos ofrece una recompensa interesante. Es fácil ponerse en nivel 30 con algo más de 3 horas de juego y contar ya con un equipo decente para encarar misiones y mazmorras de cierto nivel. Todo es precioso, nuestro héroe ya tiene aspecto para tener su propia cuenta de Instagram y no nos hemos gastado un solo euro. Y no será porque el juego no nos ha sugerido pasar por caja unas 40 veces, pero es lo esperado en un juego free to play.
A partir de aquí la cosa frena un poco, porque nos damos cuenta que para acceder a nuevas misiones de historia que nos abran nuevas localizaciones y niveles altos, vamos a tener que trabajar un poco más en el progreso de nuestro personaje. Y resulta que el equipo que recogemos explorando por las localizaciones conocidas, luchando contra los enemigos ya conocidos y revisitando mazmorras y estancias, ya no es tan interesante. Las posibilidades de recoger equipo mejor que el que portamos decae de manera exponencial.
Pero el propio juego nos da una solución, presentándonos las Fallas. Estas mazmorras especiales, a las que se puede acceder en solitario o en equipo en la plaza central de Westmarch, es una manera de enfrentarnos a monstruos especiales y recolectar equipo y materiales únicos. Estas fallas, además de las recompensas diarias que podemos esforzarnos en cumplir, pueden darnos un constante flujo de mejoras en este momento de niveles medios. Así, aunque de forma más lenta, seguiremos adelante.
Pero el problema llega ya en los niveles altos del juego, donde la curva de probabilidades de encontrar mejor equipo sin pasar por caja tiende a cero. Y es que el acceso a las fallas seguirá abierto, pero antes de acceder a ellas lo recomendable es gastar unos cuantos 'blasones', que aumentan las posibilidades de encontrar en ellas un botín interesante (y tampoco te lo asegura, he aquí las 'cajas de botín' aleatorias). Y los blasones no caen de los árboles. Tendrás que pagar para tener un buen surtido de ellos. Es en este momento cuando el juego pasa, sin sonrojarse, a un modelo descarado de 'pay to win'.
Diablo Immortal es un juego divertido, bien diseñado y que nos permite volver a saborear la magia de la saga que nos ha enamorado durante años, pero al llegar a los niveles altos puede hacer que pierdas completamente el interés por seguir (o prefieras pagar, al menos durante un tiempo). Desde luego el sistema ya ha causado la indignación de muchos fans y puede que la polémica haga que Blizzard se replantee este modelo y cambie le juego con el tiempo. Y es que, casi preferimos pagar el premio que cueste Diablo IV y luego disfrutar de su experiencia completa sin volver a pasar por caja (excepto por alguna expansión regular).
Aun así, el que escribe sigue jugando, a diario, un par de horas al juego. Al menos, hasta que se me acaben las clases para tener un héroe de cada en niveles lo suficientemente altos. Y es que, como decía Joaquin Reyes en aquel gag de la mítica 'Hora Chanante' con ese bucle infinito, "es veneno, pero huele a canela...".